viernes, 7 de mayo de 2010

Los niños y las mascotas

Qué encantador es ver a un niño ante una tienda de animales. Mira los conejitos, las ratitas, los perros, los gatos... Su cara se llena de ilusión. Una sonrisa...

Yo recuerdo perfectamente mi niñez. Cada vez que, por algún motivo, iba con mis padres a algún sitio en el que había una tienda de animales, se repetía la misma estampa. Me quedaba alucinado viendo aquellos bichitos. Joer, cómo me gustaban. Los miraba, los inspeccionaba y, finalmente, elegía... "Ese, quiero ese mamá"...

Te puedes imaginar lo que pasaba a continuación:

"Ese mamá"
"No"
"Si, mamá, mira qué bonito es"
"No"
"Mamá, que sí, que te juro por mis clicks (ahora les llaman playmobil) que me portaré bien"
"Que no"
"Mamá, si es precioso"
"No, tengo que cuidarlo yo"
"Que no mamá, que lo cuidaré yo"
"No"
"Si"
"No"

Aquí arranca el berrinche, claro. Nos poníamos a llorar, a gritar, a patalear... Y a diferencia de hoy día, en que si hacemos algo parecido, nuestros hijos nos pueden meter un pleito y dejarnos con lo puesto, me soltaba un collejón, y la única mascota que me llevaba era la colleja caliente y a una madre con unos morros que llegaban hasta el suelo diciendo que no se podía salir conmigo...

Pero también hay niños grandes. Tendrías que ver cómo está un amigo (no voy a decir su nombre por mantenerlo en el economato, porque Xavi no quiere que nadie se entere de lo de la gatita). Ayer, mientras comíamos, el tío estaba emocionadísimo con la gata, joer, y eso que no la tiene todavía. Está poniendo hasta notitas en el facebook sobre la gata... Vamos, como diría otro Javi... Mmmmmmuy maricón...

En casa tenemos peces y tortugas... Bueno, teníamos... El miércoles, un niño que vive aquí al lado, tuvo la genial idea de regalar gusanos de seda a los críos. A mí me parece bien. Me encantan los bichos. Siempre me han gustado, vuelen, repten, corran o naden... Cualquier bicho me gusta. Me hace ilusión verles con ellos, aunque un día de estos, nos salimos de casa, porque las tortugas están enormes. Han llegado a tal punto, que me echan del sofá para ver la tele. Se me beben las cervezas, y a ver quien les dice algo, se encierran en sí mismas, y ya no hay tu tía. Es la ventaja de tener caparazón y cuello retráctil... Joer, esto me recuerda a lo del tío, la novia y hacer "la tortuga" en pelotas... Bueno, nada... lo dejo...

Pues bien, con lo de los gusanos de seda, explicándoles todo el ciclo a los niños, he llegado al punto intermedio entre gusano y mariposa... Sabes cuál es, ¿no?

Claro, va el niño y me dice: "Papi, has dicho capullo". Joder, y yo, lo pienso y digo, "pues sí", y claro, entonces me he metido en un lío del que nos sabía cómo salir, porque el niño me preguntaba "Pero, entonces, ¿se puede decir capullo o no?" Y claro, yo le explicaba que si se trata de los gusanos de seda, pues que sí, pero ya está... Y entonces me ha salido con las rosas, y ahí, le he tenido que decir que también se podía decir en el caso de las flores... Los gusanos se convierten en capullos, las plantas tienen capullos y... mirando a algunos que tengo alrededor, me doy cuenta de que las madres tienen niños que se convierten en capullos, aunque en esos casos, suele ser un estado definitivo, como máximo se convierten en capullos y mariposones al mismo tiempo, pero esto ya es harina de otro costal...

Todo esto venía al caso de las mascotas, ¿no?, pues ahí queda eso...

Que vaya bonito,


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