martes, 7 de septiembre de 2010

Ir de compras


Definitivamente los chicos no queremos ir de compras. No es un tema que nos guste, por norma general, vamos. Cuando necesitamos algo, simplemente vamos y lo compramos. A mucho tardar, una hora entre ir al sitio, comprarlo y volver. Aunque también está el tipo indeciso que no compra nada si trece amigos no le dan el visto bueno antes. Hay de todo en la viña del señor.

Así que, puestos a ir de compras, vamos a buscar soluciones para que sea más agradable para nosotros, ¿no? Las tiendas no piensan en ello y es un craso error. Y a mí que no me gustan nada las mates, esta vez la ecuación es muy sencilla: persona1 quiere ir de compras; persona2 no quiere --> 50% de posibilidades de ir. Que dependiendo de lo calzonazos que sea la persona2, se puede convertir en un 85-95%, pero ese es otro tema.



Primera solución, que aunque sea de perogrullo, no siempre pasa por las mentes pensantes: la persona1 se va sola a comprar, con todo el tiempo que necesite, se prueba todas las cosas que le vengan en gana, etc, etc. Eso sí, sin percha humana que la acompañe, que en ese momento puede estar tranquilamente en casa, digamos, jugando a la consola, durmiendo, aprendiendo macramé o simplemente rascandose la huevada a mano cambiada. O incluso quedar con los amigos para el bonito hábito del cerveceo.

Dado que esta primera solución no es siempre factible sea por lo que sea, las tiendas tienen que pensar en resolver ese 50% que no quiere entrar en las tiendas por "religión". Las ideas son de por sí variadas y con infinitas posibilidades y aquí presentaré algunas propuestas.

Hace cosa de no mucho tiempo, las tiendas empezaron a incluir sofás como "decoración". Muy buena idea, sí señor. Esto permite a la persona2, comunmente llamada acompañante, poder descansar mientras la persona1, también llamada meVoyAProbarLaTiendaEntera, se da sus garbeos por entre las perchas. Esa idea para mí se queda a un paso de ser perfecta. Sólo falta añadirle 3 letras: BAR. ¡Señor Amancio Ortega! ¿Cómo no se le ha ocurrido esto antes? Un rinconcito, con cuatro taburetes, y una máquina de café y otra de cocacolas, birras y "pesis". Incluso algún tigretón. Seguro que ir de compras sería otra cosa.

Otra ide: otro rincón con pantallas de televisión y deportes a tutiplén. Fútbol, baloncesto, rugby si me apuras. Algo con lo que puedas pasar tranquilamente 15 minutos y poder comentar con los improvisados compañeros lo malo que es Fernando Torres o cómo puede ser que Vicente del Bosque sea tan soso teniendo la cara del payaso Krusty.

El sumum ya sería un par de pantallas con unas XBOX o Playstations para jugar entre varios. Veríamos quién sería el que esperaría a quién: ¡vamos al Zara que ya me he probado todo y nada me queda bien (siempre pasa eso)! ¡Ah no, ahora te pruebas esas botas y ese top mientras termino la partida que le voy a meter uno por la escuadra! Incluso se podrían organizar torneos en los centros comerciales: la liga mango, el campeonato zara, los partidazos massimo dutti...

En fin, las chances son interminables, almenos en mi cabeza. Si algún Amancio Ortega me quiere fichar como Director creativo de zonas de captación, estaré encantado de escuchar ofertas. Y rápido, que ya me hago mayor, llevo muchos años en consultoría y la vida son cuatro días!
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domingo, 5 de septiembre de 2010

Se acabaron las vacaciones, vuelta a la rutina.

De la misma manera que empezaron las vacaciones, se han terminado...

Y, después de este periodo de asueto que ha ido desde la semanita hasta el mes completo de los más afortunados, se dan infinidad de anécdotas que son dignas del mejor de los libros de humor internacional.

Yo, de cualquier manera, me quedo con aquellas pequeñas cositas que han hecho que una sonrisa aparezca en mi cara al escucharlas, aunque debo reconocer, que hay quien ha obtenido su doctor honoris causa en cuanto a estupideces veraniegas se refiere, siendo merecedor de los laureados premios Darwin.

No voy a empezar aquí a explicar esas confesiones a media noche que hace la gente sobre lo que les ha pasado, en muchas ocasiones, gracias a la inestimable ayuda del señor alcohol, pero déjame que te explique al menos una con la que todavía me estoy partiendo la caja...

Estaba yo el otro día en la oficina. Ya estaba superado cualquier aspecto relacionado con las vacaciones que había disfrutado en Julio. Un compañero estaba súper concentrado en su correo electrónico. Era su primer día de trabajo tras el periodo vacacional y estaba revisando esa cola interminable de notitas que se han ido acumulando. Llegó otro compañero. Un abrazo, unas palmaditas en la espalda... Pregunta de rigor sobre cómo han ido las vacaciones, y, atención a la respuesta que dio el colega... Resulta que estaba renegando porque había ido en busca de sol y playa y había tenido un tiempo horrible todos los días. Que había estado en la ciudad más soleada del país, que le habían prometido que iba a ser genial. Claro, ahí salió mi obligada pregunta:

- "¿Pero dónde has ido chaval?"
- "A Inglaterra..."
-


Me quedé estupefacto durante unos segundos para pasar a una sonora carcajada acompañada de diferentes calificativos que no voy a repetir aquí por si lo leen menores... A Inglaterra a buscar sol y playa... Pero si los ingleses se vienen aquí a coger color gamba todos los veranos, que allí el sol lo ven una semana al año, y en muchas ocasiones, sólo por la tele... Madre mía. Si quieres sol y playa, vete al Caribe, o a Marbella, o incluso a Lanzarote...

Hablando de Lanzarote. Gran Isla. Este año, dos buenos amigos se han ido allí a pasar sus vacaciones. Típicos sitios para ver: Jameos del Agua (el timo de la estampita), La Cueva de los Verdes (posiblemente lo mejor de la isla), Timanfaya, a pasear, previo pago, claro, por el paisaje lunar de turno y luego ver cómo queman unas ramitas con el calor que sale de un agujero. Otros sitios, pues la casita del Sr. D. Cesar Manrique (los guías te explican sus orgías con algunos mancebos en una casa brutalmente chula) y, por último, Los Hervideros, éste, unos acantilados en los que el agua bate de tal manera, que parece que hierva. Alguno lo llama "Los Hervidores", pero claro, aquí, cada tonto con su tema.

Por cierto, no olvides pasearte con los camellos, bueno, dromedarios... Creo que lo hacemos todos, otra de las maravillosas atracciones del verano, toooooooooooodos a hacer lo mismo. Al final, un amigo hace el mismo viaje cinco años después, y tiene las mismas fotos, incluyendo el típico nativo mellado sonriente con la enamorada parejita...

Están los que se han quedado sin vacaciones porque han tenido que operar a su perro, los que se han ido, en plena canícula, a Andalucía en busca de noches fresquitas, los que se han ido, huyendo del mundanal ruido, a Benidorm o a Marbella... Ojo, que con esto no estoy metiéndome con nadie, que cada uno es libre de ir a dónde quiera, pero coño, un poco de criterio...

El día en que más calor pasé de mi vida, fue un agosto que, por motivos personales (es una buena excusa para que no me tachen de cínico) estuve en la mencionada Andalucía, esa gran tierra en la que el sol no te da un respiro durante la canícula. Pues bien, ese día, a las 6 de la tarde, a la sombra, el termómetro de una farmacia marcaba la friolera de treinta y siete grados centígrados... Los lagartos iban con cantimplora.

Y los mejores son los que se van a una casa rural a pasar sus vacaciones. Se pasan todo el año puteados en la oficina, con un jefe que se cree alguien dentro de la oficina y luego se caga patas abajo cuando está en la calle y no tiene ningún tipo de autoridad. Madrugan. Pillan caravanas para ir al curro... Vamos lo habitual... Y van, y pasan las vacaciones en una casa rural. Madrugando todavía más que cuando trabajan. Durmiendo en camas incómodas y habitaciones en las que se puede encontrar cualquier tipo de insecto o arañas. Se lían a currar como cabrones ordeñando vacas, recogiendo el estiércol, limpiando pocilgas, labrando la tierra, recogiendo tomates... Acaban destrozados... Eso sí, comer, dicen que comen bien, pero coño, es que están pagando una pasta.

Ah, que quede claro, que el turismo rural en el que nos vamos a unas casitas en el campo que parecen hoteles de tres estrellas, no es ni turismo ni rural, es irse a la montaña a pasar unos días como un marqués...

Bueno, lo dicho, que se han acabado las vacaciones y volvemos al merecido trabajo, por el que, al menos, nos pagan... Y encima los niños empiezan el colegio la semana que viene... ¿¿¿Se puede pedir más???

Que vaya muy bonito,

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