domingo, 27 de junio de 2010

La receta del mes: "encostipat de cal Déu a la TMB"


Hoy os voy a brindar, para todos aquellos que les guste la cocina, una receta inigualable: "l'encostipat de cal Déu a la TMB". Para los que no entendáis el catalán, "El catarro de la hostia de la muerte pero qué superfuerte a la TMB". (TMB: Transportes Metropolitanos de Barcelona). Muy adecuado para los amantes de pedir bajas cortas, de 3-4 días.

Como en todas las recetas, primero se muestran los ingredientes:

- Un usuario. De buena calidad, siempre. Si ya estás jodido, pa qué.
- Una chaqueta. Ya puede ser una americana elegante, o una chaqueta de punto de la abuela.
- Un TMB y su amable conductor. Sirve también EMT de Madrid, o cualquier otro equivalente. Eso sí, que sea insensible con el usuario, bus, metro, tren, cualquiera vale.
- Un simpático, pero inútil hombre del tiempo. Si puede ser, que sea líder de audiencia y de masas. Siempre son más eficaces a la hora de joderla y que nadie les diga nada.

Estos son los ingredientes necesarios básicos, siempre se pueden añadir bufandas, pañuelos... A gusto del consumidor.


Con todos los componentes encima de la mesa ya podemos comenzar:

1. Marinar al usuario la noche antes. Para eso, se necesita al hombre del tiempo: "Mañana abríguense, que va a hacer fresquito". O: "El diluvio universal se aproxima y mañana moriremos todos". Vamos, cualquier predicción de las de cada día, no hace falta una especial, porqué la cagan siempre...

2. Sacar al usuario de su casa con su chaqueta puesta por la mañana en dirección a su transporte público. En la espera infructuosa a la llegada del TMB se empieza a gestar el maravilloso resfriado.

3. Entrada al TMB. Calor. El usuario aguanta con su chaqueta, más que nada por la molestia de quitársela. Sí, somos vagos desde la edad de piedra, creo.

4. El calor se hace insoportable, así que aún y no queriendo, el usuario se quita la chaqueta. Alivio momentáneo de 15 segundos. Ninguno de los demás usuarios se atreve a abrir la ventana, ya que nadie se cree con la suficiente autoridad para hacerlo.

5. El amigo conductor, se da cuenta que lleva 500 personas asfixiándose y haciéndo chup-chup desde hace 10 minutos. Es momento de encender el aire acondicionado a 1000 trigawatios de potencia. Buah, alivio generalizado. Las caras de "no aguanto más" se tornan en caras de felicidad REAL.

6. Tras 3 minutos envueltos de frío polar, el usuario opta por esperar otros 2 minutos a ponerse la chaqueta. Que tampoco es pa tanto. Habiendo ya aguantado como un machote y viendo que la colonia de pingüinos dormidos empiezan a dar botes en sus pies, decide ponerse de nuevo la chaqueta.

7. El conductor se da cuenta tras un par de minutos que se ha pasao de trigawatios. Para el aire acondicionado de golpe. Pa qué bajarlo, se para y punto.

8. Los pasos 4, 5, 6 y 7 se pueden ir repitiendo mientras dure el trayecto, o dependiendo de cómo le guste de hecho el constipado al usuario: poco hecho, al punto o muy hecho.

9. Salir de TMB y presentación. El primer síntoma llega en muy pocos minutos: ¡aaaaachís! Este primer estornudo nos demostrará que el plato está terminado.

Espero que la receta del mes os haya gustado. Siempre es un gustazo llenar las salas de los centros de salud para estas cosas. Es todo un círculo de la vida que ellos mismos preparan a conciencia. Te ponen enfermo para que luego puedas ir a gastarte lo que te quitan de la nómina cada mes en tu maravilloso centro de salud. Y luego así justifican que se atiende a todo el mundo, por lo menos, una vez al año.

Así que nada, a disfrutar de vuestro constipado que la vida son cuatro días. Si lo probáis, ya me comentaréis cómo os ha salido.

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lunes, 21 de junio de 2010

Estadística, ese gran chiste

Qué grandes son las estadísticas. Como diría un gran amigo mío sevillano, "Te pegas una jartá a reír".

Y es verdad. Lees por ahí estadísticas que son para descojonarse. Porque está claro que se puede hacer estadística de cualquier cosa, pero, en mi opinión, también está claro que se pueden dividir en serias y menos serias.

Y no me malinterpretes, que no voy a meterme con los grandes expertos en estadística. Recuerdo yo perfectamente que ya cuando estábamos en el colegio hacíamos algún tipo de estadística. La más grande de todas es aquella que dice que "dos de cada tres son una pareja". Genial

Hoy aparece una estadística en "El Periódico" que dice que uno de cada tres españoles se va de putas. Bueno, ellos lo escriben un tanto más modosito, pero a fin de cuentas, lo que dicen, es eso. No me negarás que la afirmación, dentro del marco de la estadística, es cachonda. Por ejemplo, si estáis tres amigos juntos y los otros dos dicen que en su vida han ido de putas, eso significa que tú has ido... Te pongas como te pongas tío. Ya puedes negarlo tanto como quieras, que seguro que acabas en un programa en el que una tía con un apellido de ánade gallego tendrá fotos y papeles de algún tipo.

Dan miedo.

Otra estadística muy cachonda es la que dice si hay dos hombres y dos pollos asados y uno de los hombres se come los dos pollos, según las estadísticas hay un pollo para cada uno. Joder, que se lo digan al que no se ha comido ni un colín. Hay que ser mala persona, pero así está repartido el mundo, ¿no? No es una estadística que nos sorprenda.

Ahora estoy pensando en esa tan molona que dice que en el mundo hay siete mujeres por cada hombre... Siempre escuchas la misma respuesta, "Alguien tiene trece"... Pues no, en todo caso, alguien tendrá doce, no jodas... Me parece que acabo de liarla parda, ¿verdad?

Hay otra estadística muy buena que habla del uso del punto y coma ";" en los textos escritos por los españoles. Al parecer, el mayor uso es para los emoticonos ";-)", en segundo lugar estaría un uso erróneo y, en la cola, para separar frases...

Hay millones de estadísticas cachondas. ¿Sabías que el elemento que más hace que los americanos se ahoguen es un mondadientes? Al parecer alguien ha hecho un seguimiento sobre este tema en los hospitales. Volar es el medio de transporte más seguro, el 99,9% de fallecidos en accidentes de aviación lo hacen al llegar éste al suelo (palabra).

Al parecer, tienes más posibilidades de meter todas las bolas de billar jugando con la "polla" de espaldas a que tengas una noche loca con una actriz famosa (para las chicas heterosexuales, un actor famoso).



Aunque la mejor estadística, la más certera, es la que dice que "Según las estadísticas, el 99% de las estadísticas son falsas".

Que vaya bonito,

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sábado, 12 de junio de 2010

Tetazas


¿Qué sería de nosotros sin la riqueza de nuestro idioma? Gracias a un amasijo de prefijos y sufijos conseguimos darle a las palabras unos matices enormes que nutren nuestra manera de expresarnos. Sí, poético y un poco moñas, pero totalmente cierto.

Todos sabemos que no es lo mismo decir que una comida está mala a decir que está malísima. Con simplemente añadir unas letras más podemos darle mucho más énfasis a una palabra. O incluso cambiarla de significado: ya que un balón no es lo mismo que un balonazo.

Ésta es una gran riqueza idiomática que deberíamos aprender a valorar, ya que muchos otros idiomas no tienen esta posibilidad. Así lo descubrí en mi viaje a Londres con Àlex. Digamos que de inglés, yo ya tenia un nivel aceptable, pero nunca lo había usado más allá del : hola, quiero un McPollo. O: quiero un billete de autobús, cómo se llega hasta wall street, the book is on the table. Digamos que me faltaba el día a día. Y allí lo tuve durante bastante tiempo.



Y ahí fue, cuando un tío como yo, empecé a echar de menos el castellano/catalán. Me di cuenta que más del 80% de palabras que uso se basan en modificar las palabras raíces. Es la base de nuestro humor, y muy particularmente del mío. Eso en inglés ¡no se puede hacer! Una cosa puede ser pequeña, little. Pero no puede ser pequeñísima. Se queda en un very little. Un niño no puede ser pequeñajo, es un small kid. Y ahí la jodí.

¡Tócate los huevos! Allí no podía decir: "Mira ésa, qué tetazas". ¡Porque no! Porque es big tits. Puff, q asco. Porque... ¿adivináis como se dice tetitas, no? Small tits. ¡Qué falta de expresividad! Allí me encontré indefenso. No puedes ser gracioso. Aún tengo fresco en mi memoria el día en que intentamos explicarle a un canadiense qué eran unas tetazas. Y le decíamos que en su idioma, se llamaban Tea Cups. Yo creo que el tío pensaba q estábamos locos. Pero bueno, con una cerveza en la mano, les cuelas cualquier cosa que les quieras contar. Ahí empecé a entender lo del humor inglés. Se lo han tenido que montar de otra manera para hacer gracia. Y desde luego, no es por el idioma.

¿Qué sería de nosotros sin los andaluces? Con esa forma de hablar siempre tan exagerada y graciosa. Allí no podías decir: que te voy a meter un purazo, que tengo ganas de comerme una buena paellaca, o que tu madre hace un tortillón de patatas que te mueres. Y de verdad que es una jodienda si estás acostumbrado a ello. Ahí es cuando aprecias todas estas cosas en las que por mucho inglés que hayas estudiado, nunca habías caído en la cuenta.

Así que vamos a disfrutar de nuestro idioma, de los culitos, culazos, culetes, ojitos, ojazos, ojetes (ui, éste no), que la vida son cuatro días.

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martes, 8 de junio de 2010

Joder con la manía del moreno...

Cuando yo era pequeño, y te hablo de hace ya unos años, recuerdo que llegábamos al principio del verano blancos como la teta de una monja. A lo sumo, el año que en semana santa, el sol respetaba al obrero español, aprovechábamos y ya nos dábamos unos primeros rayos de sol y el baño en el mar. Joer cómo molaba aquello. El agua estaba fría de cojones, pero qué bien te lo pasabas. Y, bueno, empezabas a coger algo de color. Veías a las señoras y a las chicas de dieciocho tomando el sol. En aquella época, se empezaba a ver algo de top-less, pero al veranear en la costa desde hacía tiempo, ya no le prestabas atención…

Juas, y te lo habrás creído. Pero si debíamos tener 15, como la novia del dúo dinámico, y andábamos locos con las hormonas. Todavía no decíamos lo de “omaaaaa que ricaaaa”, pero igual ya cantábamos aquello de “Hooooostias caaaaarolinaaaa que buena estáaaaaaas…”

Pero no quiero hablar ni de tetas ni de Carolina. El tema es que ahora, a mediados de año, la gente ya está morena. Sí, sí, sí, sí… Más que morena, naranja. ¿Tú lo has visto? Ya no sabes si es que tienen algún problema de salud, si se han pasado con el maquillaje o si les ha reventado el bote del colorante de la paella, porque tienen un color de lo más chungo. Impresionante. Luego, vas a la playa, y les ves esas marquitas blancas justo debajo de las nalgas, que nunca te atreves a preguntar, pero todos sabemos de dónde vienen.

Se pusieron de moda los rayos UVA. La gente morena todo el año. Luego empezaron con el miedo del cáncer de piel, y se pasaron a los espráis y las cremas que te mantienen moreno todo el año, pero joder, con un color que da grima sólo de verte. Claro, cuando ves a alguien en invierno con un moreno de pleno mes de agosto, dices, “aquí hay gato encerrado”. No puedes evitar pensar en cómo lo ha conseguido. ¿Habrá estado en el Caribe recientemente? ¿Es de una raza más morena? ¿Tiene una adicción extraña que le cambia el color de la piel?

¿Pero esa gente no ve los programas estos de la primera, por la mañana, en la que dicen que tomar mucho el sol, produce un envejecimiento prematuro de la piel? Que te llenas de arrugas, y por mucho que te hayas puesto silicona, las arrugas aparecen, excepto en esas partes, que siguen tersas y parece como si te las hubieran puesto con el Photoshop, eso sí, con mala leche, y a traición…

Luego están los de piel blanquita… Vamos, los de piel “blanco nuclear”. Esos que, por mucho que se pongan cremas, rayos UVA o vayan a la playa en las horas en que se achicharran los cangrejos, nunca se ponen morenos. Siempre dicen lo mismo “a mí, el sol, me resbala”. Y es totalmente falso. Consiguen, en la mayoría de las ocasiones, un rojo espectacular. Duele, eso sí, pero es un rojo que te recuerda a las gambas de Palamós, a la brasa, vuelta y vuelta. Mmmmmmmm. Sólo de pensarlo se me hace la boca agua, están para comérselas… Las gambas digo, ¿eh?

Pero el moreno que más se lleva, el que nunca pasa de moda, es el que usan y al que dan nombre, el personal que se dedica a la construcción. Ese moreno que empiezas a coger en el mes de mayo, y ya no lo sueltas en todo el verano. Qué bonito es ver a la gente en el mes de Agosto así. Vas a la playa, y lo primero que se te ocurre es pedirte un helado de aquellos de dos sabores, nata y chocolate. Esos brazos morenos. Esa cara tostada por el sol. Esa nuca con un bronceado caribeño, las medias piernas de un bonito tono oscuro, brillante. Eso sí, el resto del cuerpo, blanco, blanco, blanco. Es el llamado moreno paleta.

Este año yo también puedo presumir de ese tipo de moreno, y no porque me haya dedicado a “La Obra”, nada más lejos de la realidad, he cogido ese moreno gracias a los entrenos y partidos de mi hijo. Esas tardes de viernes en el campo, sin una sombra, y esos sábados, en el mismo campo o en otro, igual de cabrito el arquitecto, en el que la única sombra está en el bar. Vamos, tengo la marca del reloj, las gafas, la camiseta y las bermudas. No está mal, es apetecible. Te dan ganas de comerte el mencionado helado.

Y pensar que en los años veinte, lo que ponía a los tíos eran las mujeres blanco-leche, con gato acostado y un tanto fondonas... Todo lo contrario de nuestras fechas, peeeeero, supongo que será cuestión de modas, como todo...

Nada más, hay que empezar a ponerse morenos, que este año estamos empezando el verano con mal pie. Agua, agua y más agua. Como dice el grupo del caralibro, al que me diga este año que hay escasez de agua, le meto un paraguas por el cu……

Que vaya bonito,


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