domingo, 6 de noviembre de 2011

November Rain


Algo está cambiando en este mundo, pero lo que está pasando con el tiempo atmosférico no es normal. No sé si llevamos usando demasiado tiempo desodorantes de spray o que la gente le da mucho a la zambomba, se quedan ciegos y han hecho enfadar al señor de los cielos.


El verano empezó con dos semanas en abril, no volvió hasta principios de agosto y se ha alargado hasta noviembre. Y ahora el dios de la lluvia quiere recuperar el tiempo perdido: tíos, que me lo he estado aguantando y me meo, me meo!



Me imagino a todos los dioses ahí arriba, siguiendo una magnífica estructura jerárquica cual consultora, sentados en una sala noble, con una gran mesa y un tablero como el del monopoly. Muy cansados ya, como si fueran las 10 de la noche terrenal y uno siguiera trabajando. Grita con desanimo el dios-manager de la lluvia:

- “¡¡Pues yo tengo a todos mis mini-diosecillos con el programa de lluvia desde hace días!! Quizás no tiene todas las funcionalidades, pero las podemos ir incorporando poco a poco.”
- “Hasta que no cumplas todos los estándares de calidad y las pruebas de rendimiento estén a un nivel aceptable, aquí no sale una gota de lluvia a producción!!” - replica el dios-socio-elGodQueTodoLoVeYTodoLoSabe.

Y joder, así que nos tienen a los mundanos. Por los pasillos, todo se comenta, como si fuera Mad Men:
- ¿Qué, sabes si arrancamos esta semana? Pregunta un mini-diosecillo cualquiera, al dios-jefe de proyecto.
- Ni pajolera idea tío, pero déjame gorronearte un Lucky Strike y una cápsula Nespresso que a estas horas ya no veo ni rayos ni gotas!

El que más contento de la sala está es el dios-manager del proyecto solVerano. Su hijito tardó en salir a producción más de la cuenta, pero aguantó tiempo récord con unas buenas máximas temperaturas. Cuello abajo tiene la promoción del año que viene. Después de pasadas 2 horas, se acaba la discusión:

- “Que salga la lluvia a producción, pero iniciamos una Task Force en la que tú, dios-manager del proyecto solVerano y tu equipo ayudaréis en los parches del programa lluvia”.

Joder joder joder... en vaya marrón me ha metido el mamón. Pero si me niego, el año que viene no hay subida:

- “Por supuesto. Con unos días de formación necesaria nos ponemos a trabajar en ello.”

Y bueno, lo que sigue de la historia ya lo sabéis. Lluvia sin parar, inundaciones, rieras, volcanes, accidentes de tráfico, Rajoy (que es gallego y de lluvia sabe un rato)...

Sólo esperemos que las estimaciones del año que viene sean mejores en la casa del señor y nos permitan recuperar las 4 estaciones, que la vida son cuatro días!




PD.  Que ningún creyente se sienta ofendido, cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.

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martes, 12 de octubre de 2010

Insuficiencias en las gónadas

Mira que somos malas personas. Me hago cruces sólo de pensarlo oye.

Si resulta que siempre pensamos mal de todo y de todos. ¿Te has dado cuenta? Siempre la misma historia. Yo creo que tiene que ver con aquello que nos han inculcado desde que somos bien pequeñitos, la frase esa famosa de.... sí, hombre... esa frase... Joer, que la tengo en la punta de la lengua... Bueno, es igual, que ya sabes de lo que estoy hablando y a qué frase me estoy refiriendo... (Joer, que no me acuerdo ahora).

Quizás, en mi caso, también tiene que ver con el tema de la confianza... Aquello de "No te fíes ni de tu padre". ¿Qué? A mí me lo dejó bien claro el mío cuando me hizo subir a un árbol para decirme luego "Salta que yo te cojo".

Santa inocencia. Sí, era mi padre... Un mes y medio con un brazo escayolado...

Pero resulta que, a puntito de cumplir los "treintaytodos", voy y hago el mayor descubrimiento de mi vida... Eso sí, con la inestimable ayuda de Xavi, que fue el que me lo dejó claro el otro día...

Te cuento...

Seguro que tienes a alguien a tu alrededor, que en más de una ocasión, le has pedido algo y no te ha hecho ni caso. Tú le has puesto a parir. Lo has puesto de vago para arriba. El cacho perro, que no te ha prestado ni la más mínima atención.

También te puede haber pasado algo que me han contado entre cerveza y cerveza... Esa llegada a la portería de tu casa, y, a sesenta metros de distancia, ves que entra tu vecino. Tú, para tus adentros, piensas, me va a esperar... Me va a esperar... Me va a esperar... ¡Coño! Que llegas a la portería, y allí no hay ni Dios, y el muy ca**ón es que ni te ha esperado. Ya te lo imaginas, como nervioso esperando el ascensor, y escondiéndose dentro mientras se cierran las puertas por si llegas antes de que se vaya.

Vuelves del Maradona (sí, ese supermercado de origen Valenciano). Cargado con un mogollón de bolsas que te ha encargado la parienta. Cargadas hasta los topes porque ahora quieren ahorrar en bolsas. Ese plástico de las asas, diseñado por un genio entre los genios, que se te clava en los dedos, que cuando las sueltas, no puedes ni estirar los dedos, ya como morcillas coloradas y esas preciosas líneas de color blanco que te han quedado... Bueno, pues eso, pasa tu vecino por tu lado, como con prisa, te dice un holabuenastardes con la boca chica y sin mirarte y sigue su camino. El muy hiiiijo de una hiena. Que va al mismo sitio que yo, coño. Que quedan doscientos metros, ¿qué le costaba ayudarme al penco este?

Pues, después de pensar mal del que no me oía, del que no me veía y del que no me ayudaba... Después de todo eso, resulta que es debido a una enfermedad.

Sí, sí, sí, sí... Que te lo digo yo, que lo he visto claro, que aunque no haya aparecido en la BBC, es una enfermedad que existe y que no está bien diagnosticada. Vale, que el hecho de que lo sufra el noventa y nueve por ciento de la población española, no dice mucho en favor de la sanidad pública de este país, pero yo estoy convencido de que a partir de ahora, esto va a mejorar.

Resulta que es una enfermedad que ataca a las gónadas (vete a la RAE a buscarlo, que no quiero escribir aquí ni huevos ni ovarios).

No tengo muy claras ni las vías de contagio ni los primeros estadios de la enfermedad, pero ya tengo claro que los que lo sufren, lo pasan mal, y los que conviven con ellos, peor aún.

Así pues, si alguien no te escucha, no te ve, o no te ayuda, no es porque no quieran hacerlo, es por esta maldita enfermedad que nos ataca a todos en algún momento de nuestra vida.

La enfermedad, en los hombres, y en las mujeres, claro, se compone de dos palabros. El segundo tiene que ver con la gónada, es decir, testicular en los hombres y ovárica en las mujeres, así pues, serían algo así como:

Sordera (selectiva, eso sí): Otitis testicular / Otitis ovárica.
Cegera (también selectiva, afortunadamente): Ceguera testicular / Ceguera ovárica .
Insuficiencia colaborativa (pero están bien para otras cosas): Parálisis parcial testicular / Parálisis parcial ovárica.
De cualquier manera, también he de decirte, que sigo albergando dudas a tan magno descubrimiento científico. A veces pienso que la realidad es que hay gente que escucha lo que quiere, ve lo que quiere y se toca los cojones a una mano y, en ejercicio libre, se los toca a dos manos con fantasía.

Que vaya muy bonito,

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martes, 7 de septiembre de 2010

Ir de compras


Definitivamente los chicos no queremos ir de compras. No es un tema que nos guste, por norma general, vamos. Cuando necesitamos algo, simplemente vamos y lo compramos. A mucho tardar, una hora entre ir al sitio, comprarlo y volver. Aunque también está el tipo indeciso que no compra nada si trece amigos no le dan el visto bueno antes. Hay de todo en la viña del señor.

Así que, puestos a ir de compras, vamos a buscar soluciones para que sea más agradable para nosotros, ¿no? Las tiendas no piensan en ello y es un craso error. Y a mí que no me gustan nada las mates, esta vez la ecuación es muy sencilla: persona1 quiere ir de compras; persona2 no quiere --> 50% de posibilidades de ir. Que dependiendo de lo calzonazos que sea la persona2, se puede convertir en un 85-95%, pero ese es otro tema.



Primera solución, que aunque sea de perogrullo, no siempre pasa por las mentes pensantes: la persona1 se va sola a comprar, con todo el tiempo que necesite, se prueba todas las cosas que le vengan en gana, etc, etc. Eso sí, sin percha humana que la acompañe, que en ese momento puede estar tranquilamente en casa, digamos, jugando a la consola, durmiendo, aprendiendo macramé o simplemente rascandose la huevada a mano cambiada. O incluso quedar con los amigos para el bonito hábito del cerveceo.

Dado que esta primera solución no es siempre factible sea por lo que sea, las tiendas tienen que pensar en resolver ese 50% que no quiere entrar en las tiendas por "religión". Las ideas son de por sí variadas y con infinitas posibilidades y aquí presentaré algunas propuestas.

Hace cosa de no mucho tiempo, las tiendas empezaron a incluir sofás como "decoración". Muy buena idea, sí señor. Esto permite a la persona2, comunmente llamada acompañante, poder descansar mientras la persona1, también llamada meVoyAProbarLaTiendaEntera, se da sus garbeos por entre las perchas. Esa idea para mí se queda a un paso de ser perfecta. Sólo falta añadirle 3 letras: BAR. ¡Señor Amancio Ortega! ¿Cómo no se le ha ocurrido esto antes? Un rinconcito, con cuatro taburetes, y una máquina de café y otra de cocacolas, birras y "pesis". Incluso algún tigretón. Seguro que ir de compras sería otra cosa.

Otra ide: otro rincón con pantallas de televisión y deportes a tutiplén. Fútbol, baloncesto, rugby si me apuras. Algo con lo que puedas pasar tranquilamente 15 minutos y poder comentar con los improvisados compañeros lo malo que es Fernando Torres o cómo puede ser que Vicente del Bosque sea tan soso teniendo la cara del payaso Krusty.

El sumum ya sería un par de pantallas con unas XBOX o Playstations para jugar entre varios. Veríamos quién sería el que esperaría a quién: ¡vamos al Zara que ya me he probado todo y nada me queda bien (siempre pasa eso)! ¡Ah no, ahora te pruebas esas botas y ese top mientras termino la partida que le voy a meter uno por la escuadra! Incluso se podrían organizar torneos en los centros comerciales: la liga mango, el campeonato zara, los partidazos massimo dutti...

En fin, las chances son interminables, almenos en mi cabeza. Si algún Amancio Ortega me quiere fichar como Director creativo de zonas de captación, estaré encantado de escuchar ofertas. Y rápido, que ya me hago mayor, llevo muchos años en consultoría y la vida son cuatro días!
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domingo, 5 de septiembre de 2010

Se acabaron las vacaciones, vuelta a la rutina.

De la misma manera que empezaron las vacaciones, se han terminado...

Y, después de este periodo de asueto que ha ido desde la semanita hasta el mes completo de los más afortunados, se dan infinidad de anécdotas que son dignas del mejor de los libros de humor internacional.

Yo, de cualquier manera, me quedo con aquellas pequeñas cositas que han hecho que una sonrisa aparezca en mi cara al escucharlas, aunque debo reconocer, que hay quien ha obtenido su doctor honoris causa en cuanto a estupideces veraniegas se refiere, siendo merecedor de los laureados premios Darwin.

No voy a empezar aquí a explicar esas confesiones a media noche que hace la gente sobre lo que les ha pasado, en muchas ocasiones, gracias a la inestimable ayuda del señor alcohol, pero déjame que te explique al menos una con la que todavía me estoy partiendo la caja...

Estaba yo el otro día en la oficina. Ya estaba superado cualquier aspecto relacionado con las vacaciones que había disfrutado en Julio. Un compañero estaba súper concentrado en su correo electrónico. Era su primer día de trabajo tras el periodo vacacional y estaba revisando esa cola interminable de notitas que se han ido acumulando. Llegó otro compañero. Un abrazo, unas palmaditas en la espalda... Pregunta de rigor sobre cómo han ido las vacaciones, y, atención a la respuesta que dio el colega... Resulta que estaba renegando porque había ido en busca de sol y playa y había tenido un tiempo horrible todos los días. Que había estado en la ciudad más soleada del país, que le habían prometido que iba a ser genial. Claro, ahí salió mi obligada pregunta:

- "¿Pero dónde has ido chaval?"
- "A Inglaterra..."
-


Me quedé estupefacto durante unos segundos para pasar a una sonora carcajada acompañada de diferentes calificativos que no voy a repetir aquí por si lo leen menores... A Inglaterra a buscar sol y playa... Pero si los ingleses se vienen aquí a coger color gamba todos los veranos, que allí el sol lo ven una semana al año, y en muchas ocasiones, sólo por la tele... Madre mía. Si quieres sol y playa, vete al Caribe, o a Marbella, o incluso a Lanzarote...

Hablando de Lanzarote. Gran Isla. Este año, dos buenos amigos se han ido allí a pasar sus vacaciones. Típicos sitios para ver: Jameos del Agua (el timo de la estampita), La Cueva de los Verdes (posiblemente lo mejor de la isla), Timanfaya, a pasear, previo pago, claro, por el paisaje lunar de turno y luego ver cómo queman unas ramitas con el calor que sale de un agujero. Otros sitios, pues la casita del Sr. D. Cesar Manrique (los guías te explican sus orgías con algunos mancebos en una casa brutalmente chula) y, por último, Los Hervideros, éste, unos acantilados en los que el agua bate de tal manera, que parece que hierva. Alguno lo llama "Los Hervidores", pero claro, aquí, cada tonto con su tema.

Por cierto, no olvides pasearte con los camellos, bueno, dromedarios... Creo que lo hacemos todos, otra de las maravillosas atracciones del verano, toooooooooooodos a hacer lo mismo. Al final, un amigo hace el mismo viaje cinco años después, y tiene las mismas fotos, incluyendo el típico nativo mellado sonriente con la enamorada parejita...

Están los que se han quedado sin vacaciones porque han tenido que operar a su perro, los que se han ido, en plena canícula, a Andalucía en busca de noches fresquitas, los que se han ido, huyendo del mundanal ruido, a Benidorm o a Marbella... Ojo, que con esto no estoy metiéndome con nadie, que cada uno es libre de ir a dónde quiera, pero coño, un poco de criterio...

El día en que más calor pasé de mi vida, fue un agosto que, por motivos personales (es una buena excusa para que no me tachen de cínico) estuve en la mencionada Andalucía, esa gran tierra en la que el sol no te da un respiro durante la canícula. Pues bien, ese día, a las 6 de la tarde, a la sombra, el termómetro de una farmacia marcaba la friolera de treinta y siete grados centígrados... Los lagartos iban con cantimplora.

Y los mejores son los que se van a una casa rural a pasar sus vacaciones. Se pasan todo el año puteados en la oficina, con un jefe que se cree alguien dentro de la oficina y luego se caga patas abajo cuando está en la calle y no tiene ningún tipo de autoridad. Madrugan. Pillan caravanas para ir al curro... Vamos lo habitual... Y van, y pasan las vacaciones en una casa rural. Madrugando todavía más que cuando trabajan. Durmiendo en camas incómodas y habitaciones en las que se puede encontrar cualquier tipo de insecto o arañas. Se lían a currar como cabrones ordeñando vacas, recogiendo el estiércol, limpiando pocilgas, labrando la tierra, recogiendo tomates... Acaban destrozados... Eso sí, comer, dicen que comen bien, pero coño, es que están pagando una pasta.

Ah, que quede claro, que el turismo rural en el que nos vamos a unas casitas en el campo que parecen hoteles de tres estrellas, no es ni turismo ni rural, es irse a la montaña a pasar unos días como un marqués...

Bueno, lo dicho, que se han acabado las vacaciones y volvemos al merecido trabajo, por el que, al menos, nos pagan... Y encima los niños empiezan el colegio la semana que viene... ¿¿¿Se puede pedir más???

Que vaya muy bonito,

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miércoles, 4 de agosto de 2010

¡¡Ya estamos de vacaciones!!

Ya han llegado las vacaciones. Todo el año sudando, currando, sufriendo, llorando... Algunos de mis compañeros, incluso han perdido cosas por el camino. Sí, la dignidad, el orgullo y la autoestima, pero como el caso del bazo, eso que le quitan a tooooodos los heridos en las series de médicos, parece que se puede vivir sin ellas.

No te enfades por lo que he dicho, pero este "curso escolar", de verano a verano, ha sido duro... Muy duro. Viajes, crisis, discusiones, crisis, frío, crisis, calor, crisis... Tantos y tantos meses madrugando cinco días a la semana para desplazarte a tu lugar de trabajo, aguantando a algunos que no te apetece lo más mínimo, y, por supuesto, haciendo cosas que no son las que más te interesan en esta vida.

Pero por fin, han llegado las vacaciones. Las llevamos planificando, seguramente, meses. Hemos mirado aquí y allí. Hemos ido a las agencias, hemos ojeado la Red en busca de la súper oferta. Porque no nos engañemos, a algunos les da por vacilarte un poco, o un mucho, y explicarte su súper viaje en un súper crucero por el Caribe. Te cuentan el pastón que se han gastado y un montón de detalles que, a buen seguro, te aburren. El caso opuesto es el que más duele, y reconozco que a mí es el que más me gusta practicar.

"Este verano me voy tres semanas a Menorca. Sí, has oído bien. Tres semanas. Que sí, vale."

En cuanto te digo eso, si eres de esta zona del mundo, lo primero que se te pasa por la cabeza es la pasta. Y, claro, me sonrío, te miro, me vuelvo a sonreír y es cuando suelto aquello de:

"Mi hermano tiene allí un apartamento y sólo pago el viaje"

Joder, qué gozada. Que careto se le queda al que tienes delante. Te dice de todo menos guapo. A partir de aquí, dejas ir la imaginación. Sobre todo, para dar envidia, mucha envidia, porque no nos engañemos, ya te puedes gastar toda la pasta que quieras, que si consigues lo mismo, sin gastarte ni un duro, lo disfrutas más... ¿O no?

El otro momento de las vacaciones se inicia unos días antes de la vuelta. Te lo has pasado genial, haciendo aquello que te apetecía, y ahora toca uno de los momentos que a buen seguro siempre evitamos... La compra de recuerdos para familiares y amigos.

Tiene cojones la cosa. A veces, parece que sea una obligación. Y no es por tacañería ni por mala gaita, pero es que pierdes horas y horas en encontrar algún detalle que, si te lo traen a ti, te cagas en todo, y, encima, la pasta que te cuesta (vale, tacañería).

Acabas comprando engendros que no sabes ni cómo has llegado allí. Desde el llavero con la menorquina, hasta la ensaimada que viene embolsada porque dura más. Está el típico amigo que colecciona algo. Dedales, búhos, elefantes. Y acabas comprándole uno. Por cierto, ¿te he comentado el tema de las ensaimadas ya? ¿Las has comprado en las islas o en el aeropuerto? Sí, en el aeropuerto, no engañes a nadie, que son las mismas y muchos hacen lo mismo. La putada es si viajas en barco, ahí no hay tu tía. Las compras en medio del pueblo. Está claro que no compras una. Compras varias para diferentes personas... Una, dos, tres... Y, como para hacerte un favor, las apilan, y las atan...

Las atan...

Mecagüenlamadredelaaspirinaesfervescente (esto es del Sargento Arensivia, en paz descanse). Quién demonios ha inventado semejante engendro para que lleves el paquetito. Maldita cuerda diseñada por el mismísimo diablo en persona. Vas cargando con las cajitas de las ensaimadas, y vas clavándote la puñetera cuerdecita en los dedos. Cuando llevas diez minutos cargando con ellas, tus dedos se han quedado agarrotados. Están de color blanco, excepto la zona que estaba en contacto con las puñeteras cuerdas, que está de color rojo. Hay que ser... ¿No pueden ponerte otra cosa? Yo que sé, como las bolsas esas abiertas por los lados que te dan en algunas pizzerías para que te lleves las pizzas a casa. Es que al final no te sientes los dedos...

Pero el resto de vacaciones, si consigues hacerlas en julio, son maravillosas. En Agosto, pues como las cabras, claro. Corriendo a todas partes. Madrugando para coger sitio en la playa (con lo cual, sigues madrugando, claro). Durmiendo mal porque algún vecino mamón se tira hasta las tantas haciendo fiesta con los colegas en el apartamento alquilado que te ha tocado al lado. Los mosquitos. Los restaurantes, a pesar de la crisis, hasta el culo, y si encuentras sitio en alguno, te toca el camarero borde y sudoroso. (aquí respiro un poco).

Cuidado con las medusas, con la ensaladilla rusa y la tortilla de patatas. Bebe mucho, incluso agua, y protégete del sol: sal de noche... Y por favor, deja tu súper móvil y tu súper portátil en casa... Desconecta de verdad, coñe...

Que vaya bonito,

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miércoles, 14 de julio de 2010

Hacer tiempo


Raro concepto este de “hacer tiempo”. Un servidor es de esa rara avis de los que siempre suelen llegar pronto a los sitios. Y estoy bastante familizarizado con el tema de “hacer tiempo”. Aunque de hecho, me pone de bastante mala leche, porqué normalmente el tiempo designado para “hacer tiempo” siempre se acaba doblando porqué la otra parte llega tarde. Pero ese es otro tema.

Como diría aquél crack, el “hacer tiempo” está mal “conceptuado” . Para empezar, el tiempo no se hace. El tiempo se pasa. Y no pasa rápido o lento. Siempre se pasa a la misma velocidad. Y la mayoría de veces no haces tiempo, sino que lo pierdes a la espera de algo o alguien, ya que no tendrías que hacer tiempo si todo saliera como está previsto. La historia es que hay muchas y diversas maneras de hacer tiempo. Estas maneras dependen de si estás solo o acompañado; de si es de día o es de noche; de si eres chico o chica....

Desde mi punto de vista, siempre es más fácil hacer tiempo si eres chica. Tienen una facilidad de improvisación mucho mayor a la de lo chicos. A un tío, le joden el plan para una hora más tarde y ya no sabe qué hacer. Si estás en casa no hay problema, se echa otra partida, se sigue mirando la tele, te rascas el guevo izquierdo un rato más, te sacas más mocos emulando una plataforma petrolífera con todo el dedo (sí, esto lo hacemos cuando no hay nadie y no sabéis el gustazo que da)...

Si estás fuera de casa ya es más jodido. No te vas a quedar plantado como si estuvieras haciéndote el interesante delante de un Picasso. Tampoco te quedarás dando saltitos como Zapatero con la copa del mundo. Primera idea, tiendas; segunda, el bar. El bar gana por diferencia. Periódico, café o birra o nestea (dependiendo de la hora y el nivel de moñerismo) y ya. Si estás en un centro comercial, todo es distinto. Podemos aguantar hasta 25 minutos viendo tiendas. Ni más ni menos. Tiempo en el cual recorres las 3 plantas del centro, las 250 tiendas, te has probado 3 cosas, te llevas 2 y has escuchado 3 discos y leído 2 cómics en la fnac.

Si eres una chica, para empezar nunca le jode que el plan se retrase una hora más. Ni estando en casa ni fuera. Si está en casa, puede pasarse 30 minutos más en el baño haciendo quien sabe qué. Los demás 30 minutos los puede pasar cambiándose de zapatos continuamente. En caso de estar fuera de casa, su manera de hacer tiempo es única: las tiendas. Aunque no haya ninguna en 3km a la redonda, ellas las encuentran. Llevan un radar sónico incorporado de serie. Y claro, casi agradecen tener esa hora para poder ver las tiendas.

Tienen una habilidad innata para “hacer tiempo” en una tienda. ¡En una misma tienda! Pueden llegar a sobrepasar una hora en la misma sin demasiados problemas. “Hay muchas cosas”, “hay que hacer cola en el probador”, “me tenían que buscar las tallas”, “cada semana traen cosas nuevas” ¡Y consiguen salir sin haber comprado NADA! Pero las tiendas de ropa tienen una cosa buena: producen un efecto placebo de felicidad. ¡Mi madre es feliz cuando sale a comprar! Disfruta de verdad. ¿Esto lo hace alguna hormona, no? Porqué yo no entiendo lo más mínimo. Yo podría decir que tengo predilección por cualquier cosa electrónica que tenga botones y/o luces. Pero cuando estoy más de 15 minutos la saturación es más que notable, deseando antes que me pinchen en un ojo con una rama de aloe vera a pasar 10 minutos más viendo los mismos iPods de cada vez que vas.

La conclusión es que claramente los chicos debemos aprender a “hacer tiempo”, aunque últimamente gracias a internet móvil esto está cambiando. Otro día hablaré de qué costumbres ha cambiado el internet móvil... que no son pocas. Espero que no tengáis que “hacer tiempo” demasiado ya que la vida son cuatro días y entre trabajar, dormir y “hacer tiempo” ya pasan tres!!

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sábado, 3 de julio de 2010

Los certificados médicos

¿Ya te ha tocado renovar alguna vez el permiso de conducir?

Lo primero que tienes que pensar es que ya han pasado diez años desde que te examinaste. Y no, no vale ahora que digas eso de "Joder, si parece que fue ayer", porque no, no fue ayer, fue ya hace casi diez años.

Si como yo, ya es la segunda vez que tienes que renovarlo, imagina, es que te estás acercando a los cuarenta y se te viene encima la famosa "crisis de los cuarenta". A mí, se me está acercando antes de cumplir tan mágica cifra, pero he querido imaginar que eso no es más que una estadística (ver "Estadísticas, ese gran chiste") y te pasa o antes o después

Pero no hablemos de crisis, que para eso ya escribo en otro lado, para revolcarme en mis propias miserias.

El otro día recibí uno de esos correos que no sabes por qué te envían. En este caso era propaganda de una compañía de seguros en la que me prometían el mejor precio y las mejores coberturas... Cómo todas, vamos... Me dio por abrirlo para comprobar precios, ya que me caduca mi seguro el próximo agosto.

Empecé a meter los datos que te piden, y uno de ellos era la expedición del carné de conducir. Pero, y tal y como diría Gomaespuma, ete aquí, ¡oh! sorpresa, ¡oh! dolor, ¡oh! campos de soledad, ¡oh! mustios collados, que justo en ese momento me di cuenta que el carné me había caducado hacía cuatro días.

Ante tal tragedia, y teniendo en cuenta que tenía que hacer las gestiones en menos de dos días, me puse manos a la obra... Y madre mía con la que me di...

Decidí, por el tema de las prisas, acudir a un centro médico que hay en la ciudad en la que vivo, por el solo hecho de que ellos te lo gestionan todo, es decir, entras allí con el carné caducado y sales con un provisional que te permite seguir "ejerciendo".

Llegué al lugar en cuestión. Un local pequeño, con una escalera que bajaba a un sótano. En la entrada, una chica tatuada me atendió amablemente. Le dije que tenía que renovar el carné y que necesitaba todo, un completo, por no llevar, ni las fotos, una historia larga...

El primer susto. La revisión, más las fotos, más la gestión, más las tasas... NOVENTA Y UN EURAZOS... Tócate los cojones Mariloli... Ya iba de cabeza, como te digo, tenía prisa por tener el carné, así que, pasando de hacer colas kilométricas en "La Campana", decidí pagar y callar.

Me enviaron al sótano, donde otra chica me esperaba. Lo primero que hizo fue pedirme la pasta... En metálico. Aquel sótano no tenía ventanas. Era, más que viejo, clásico, y olía un tanto humedad. Me llevó a una salita pequeña. Me sentó en un taburete, se sentó ella enfrente mío, con una polaroid en la mano y me sacó la foto casi sin avisar. Eso eran cinco euros de los noventa y uno. Me mandó a una salita.

Aunque me habían dado hora, allí no había llegado todavía el médico y la sala estaba a rebosar. Se les acumulaba el trabajo. Llegó el que te mira la vista con diez minutos de retraso y empezó a llamar a la gente. Que ritmo...

Me tocó a mí unos veinte minutos después. Pasé. Todo viejo. Me senté enfrente de un cacharro de aquellos que tiene cuatro letras y que es retro iluminado. Con un bastón de madera roto me iba señalando las letras. Después, me pegó un fogonazo con una lámpara y me hizo volver a mirar... Apto. Total: tres minutos.

Me fui a otra sala dónde tenía que hacer alguna prueba más y ver, finalmente, al médico.

Entré en la psicotécnica. Allí, un chaval joven empezó a hacerme preguntas sobre mi estado de salud mental. Después me explicó cómo funcionaba la máquina de las bolitas, pero me dijo que, como tenían prisa, que me daba apto y ya estaba. Total: 2 minutos.

Después pasé al médico. Me preguntó si bebía... Puse cara de bueno y dije que no, claro. Me hizo otras preguntas, sólo preguntas, y me declaró apto a los dos minutos.

No me hicieron ni prueba de oídos ni nada por el estilo.

Al salir, me dieron un papel con la foto puesta... Joder qué susto... A ver, no soy James Bond, lo sé, soy un tío más bien feo. Encima, los años ya se me van echando encima, pero coño, la foto estaba descentrada, tomada desde abajo, sin avisar, sin luz... Me cagüen... Si tengo que mandar esa foto a mi madre, me deshereda, y como la mande por correo electrónico, fijo que me detecta el antivirus... Si más que feo aparezco complicado, parezco un Picasso...

La cuestión es que estos mamones se ganan un pastón sin hacer una mierda. Que había allí un señor anciano que no se aguantaba ni los peos, que ni si quiera oía bien, y le declararon apto... Si es que no puede ser. Que bebes, apto. Que te drogas, apto. Que eres un psicópata, apto... Que en esas pruebas no pueden sacarte nada más que la pasta tío.

Que puñetero país que tenemos. Encima, con la pasta que ganan, tienen el local más cutre de todo el pueblo. Qué rácanos. Aquí, está claro que el más tonto hace relojes.

Y claro, todo esto, auspiciado por nuestro gobierno, sea del color que sea, porque el tema funciona así, desde que Franco era corneta...

Bueno, la cuestión es que tengo renovado mi premiso, tendré una foto digna de un terrorista, y me han soplado noventa y un eurazos del ala.

Moraleja: Ni idea, pero hagas lo que hagas, acabas pagando.

Que vaya bonito,

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