martes, 12 de octubre de 2010

Insuficiencias en las gónadas

Mira que somos malas personas. Me hago cruces sólo de pensarlo oye.

Si resulta que siempre pensamos mal de todo y de todos. ¿Te has dado cuenta? Siempre la misma historia. Yo creo que tiene que ver con aquello que nos han inculcado desde que somos bien pequeñitos, la frase esa famosa de.... sí, hombre... esa frase... Joer, que la tengo en la punta de la lengua... Bueno, es igual, que ya sabes de lo que estoy hablando y a qué frase me estoy refiriendo... (Joer, que no me acuerdo ahora).

Quizás, en mi caso, también tiene que ver con el tema de la confianza... Aquello de "No te fíes ni de tu padre". ¿Qué? A mí me lo dejó bien claro el mío cuando me hizo subir a un árbol para decirme luego "Salta que yo te cojo".

Santa inocencia. Sí, era mi padre... Un mes y medio con un brazo escayolado...

Pero resulta que, a puntito de cumplir los "treintaytodos", voy y hago el mayor descubrimiento de mi vida... Eso sí, con la inestimable ayuda de Xavi, que fue el que me lo dejó claro el otro día...

Te cuento...

Seguro que tienes a alguien a tu alrededor, que en más de una ocasión, le has pedido algo y no te ha hecho ni caso. Tú le has puesto a parir. Lo has puesto de vago para arriba. El cacho perro, que no te ha prestado ni la más mínima atención.

También te puede haber pasado algo que me han contado entre cerveza y cerveza... Esa llegada a la portería de tu casa, y, a sesenta metros de distancia, ves que entra tu vecino. Tú, para tus adentros, piensas, me va a esperar... Me va a esperar... Me va a esperar... ¡Coño! Que llegas a la portería, y allí no hay ni Dios, y el muy ca**ón es que ni te ha esperado. Ya te lo imaginas, como nervioso esperando el ascensor, y escondiéndose dentro mientras se cierran las puertas por si llegas antes de que se vaya.

Vuelves del Maradona (sí, ese supermercado de origen Valenciano). Cargado con un mogollón de bolsas que te ha encargado la parienta. Cargadas hasta los topes porque ahora quieren ahorrar en bolsas. Ese plástico de las asas, diseñado por un genio entre los genios, que se te clava en los dedos, que cuando las sueltas, no puedes ni estirar los dedos, ya como morcillas coloradas y esas preciosas líneas de color blanco que te han quedado... Bueno, pues eso, pasa tu vecino por tu lado, como con prisa, te dice un holabuenastardes con la boca chica y sin mirarte y sigue su camino. El muy hiiiijo de una hiena. Que va al mismo sitio que yo, coño. Que quedan doscientos metros, ¿qué le costaba ayudarme al penco este?

Pues, después de pensar mal del que no me oía, del que no me veía y del que no me ayudaba... Después de todo eso, resulta que es debido a una enfermedad.

Sí, sí, sí, sí... Que te lo digo yo, que lo he visto claro, que aunque no haya aparecido en la BBC, es una enfermedad que existe y que no está bien diagnosticada. Vale, que el hecho de que lo sufra el noventa y nueve por ciento de la población española, no dice mucho en favor de la sanidad pública de este país, pero yo estoy convencido de que a partir de ahora, esto va a mejorar.

Resulta que es una enfermedad que ataca a las gónadas (vete a la RAE a buscarlo, que no quiero escribir aquí ni huevos ni ovarios).

No tengo muy claras ni las vías de contagio ni los primeros estadios de la enfermedad, pero ya tengo claro que los que lo sufren, lo pasan mal, y los que conviven con ellos, peor aún.

Así pues, si alguien no te escucha, no te ve, o no te ayuda, no es porque no quieran hacerlo, es por esta maldita enfermedad que nos ataca a todos en algún momento de nuestra vida.

La enfermedad, en los hombres, y en las mujeres, claro, se compone de dos palabros. El segundo tiene que ver con la gónada, es decir, testicular en los hombres y ovárica en las mujeres, así pues, serían algo así como:

Sordera (selectiva, eso sí): Otitis testicular / Otitis ovárica.
Cegera (también selectiva, afortunadamente): Ceguera testicular / Ceguera ovárica .
Insuficiencia colaborativa (pero están bien para otras cosas): Parálisis parcial testicular / Parálisis parcial ovárica.
De cualquier manera, también he de decirte, que sigo albergando dudas a tan magno descubrimiento científico. A veces pienso que la realidad es que hay gente que escucha lo que quiere, ve lo que quiere y se toca los cojones a una mano y, en ejercicio libre, se los toca a dos manos con fantasía.

Que vaya muy bonito,

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martes, 7 de septiembre de 2010

Ir de compras


Definitivamente los chicos no queremos ir de compras. No es un tema que nos guste, por norma general, vamos. Cuando necesitamos algo, simplemente vamos y lo compramos. A mucho tardar, una hora entre ir al sitio, comprarlo y volver. Aunque también está el tipo indeciso que no compra nada si trece amigos no le dan el visto bueno antes. Hay de todo en la viña del señor.

Así que, puestos a ir de compras, vamos a buscar soluciones para que sea más agradable para nosotros, ¿no? Las tiendas no piensan en ello y es un craso error. Y a mí que no me gustan nada las mates, esta vez la ecuación es muy sencilla: persona1 quiere ir de compras; persona2 no quiere --> 50% de posibilidades de ir. Que dependiendo de lo calzonazos que sea la persona2, se puede convertir en un 85-95%, pero ese es otro tema.



Primera solución, que aunque sea de perogrullo, no siempre pasa por las mentes pensantes: la persona1 se va sola a comprar, con todo el tiempo que necesite, se prueba todas las cosas que le vengan en gana, etc, etc. Eso sí, sin percha humana que la acompañe, que en ese momento puede estar tranquilamente en casa, digamos, jugando a la consola, durmiendo, aprendiendo macramé o simplemente rascandose la huevada a mano cambiada. O incluso quedar con los amigos para el bonito hábito del cerveceo.

Dado que esta primera solución no es siempre factible sea por lo que sea, las tiendas tienen que pensar en resolver ese 50% que no quiere entrar en las tiendas por "religión". Las ideas son de por sí variadas y con infinitas posibilidades y aquí presentaré algunas propuestas.

Hace cosa de no mucho tiempo, las tiendas empezaron a incluir sofás como "decoración". Muy buena idea, sí señor. Esto permite a la persona2, comunmente llamada acompañante, poder descansar mientras la persona1, también llamada meVoyAProbarLaTiendaEntera, se da sus garbeos por entre las perchas. Esa idea para mí se queda a un paso de ser perfecta. Sólo falta añadirle 3 letras: BAR. ¡Señor Amancio Ortega! ¿Cómo no se le ha ocurrido esto antes? Un rinconcito, con cuatro taburetes, y una máquina de café y otra de cocacolas, birras y "pesis". Incluso algún tigretón. Seguro que ir de compras sería otra cosa.

Otra ide: otro rincón con pantallas de televisión y deportes a tutiplén. Fútbol, baloncesto, rugby si me apuras. Algo con lo que puedas pasar tranquilamente 15 minutos y poder comentar con los improvisados compañeros lo malo que es Fernando Torres o cómo puede ser que Vicente del Bosque sea tan soso teniendo la cara del payaso Krusty.

El sumum ya sería un par de pantallas con unas XBOX o Playstations para jugar entre varios. Veríamos quién sería el que esperaría a quién: ¡vamos al Zara que ya me he probado todo y nada me queda bien (siempre pasa eso)! ¡Ah no, ahora te pruebas esas botas y ese top mientras termino la partida que le voy a meter uno por la escuadra! Incluso se podrían organizar torneos en los centros comerciales: la liga mango, el campeonato zara, los partidazos massimo dutti...

En fin, las chances son interminables, almenos en mi cabeza. Si algún Amancio Ortega me quiere fichar como Director creativo de zonas de captación, estaré encantado de escuchar ofertas. Y rápido, que ya me hago mayor, llevo muchos años en consultoría y la vida son cuatro días!
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domingo, 5 de septiembre de 2010

Se acabaron las vacaciones, vuelta a la rutina.

De la misma manera que empezaron las vacaciones, se han terminado...

Y, después de este periodo de asueto que ha ido desde la semanita hasta el mes completo de los más afortunados, se dan infinidad de anécdotas que son dignas del mejor de los libros de humor internacional.

Yo, de cualquier manera, me quedo con aquellas pequeñas cositas que han hecho que una sonrisa aparezca en mi cara al escucharlas, aunque debo reconocer, que hay quien ha obtenido su doctor honoris causa en cuanto a estupideces veraniegas se refiere, siendo merecedor de los laureados premios Darwin.

No voy a empezar aquí a explicar esas confesiones a media noche que hace la gente sobre lo que les ha pasado, en muchas ocasiones, gracias a la inestimable ayuda del señor alcohol, pero déjame que te explique al menos una con la que todavía me estoy partiendo la caja...

Estaba yo el otro día en la oficina. Ya estaba superado cualquier aspecto relacionado con las vacaciones que había disfrutado en Julio. Un compañero estaba súper concentrado en su correo electrónico. Era su primer día de trabajo tras el periodo vacacional y estaba revisando esa cola interminable de notitas que se han ido acumulando. Llegó otro compañero. Un abrazo, unas palmaditas en la espalda... Pregunta de rigor sobre cómo han ido las vacaciones, y, atención a la respuesta que dio el colega... Resulta que estaba renegando porque había ido en busca de sol y playa y había tenido un tiempo horrible todos los días. Que había estado en la ciudad más soleada del país, que le habían prometido que iba a ser genial. Claro, ahí salió mi obligada pregunta:

- "¿Pero dónde has ido chaval?"
- "A Inglaterra..."
-


Me quedé estupefacto durante unos segundos para pasar a una sonora carcajada acompañada de diferentes calificativos que no voy a repetir aquí por si lo leen menores... A Inglaterra a buscar sol y playa... Pero si los ingleses se vienen aquí a coger color gamba todos los veranos, que allí el sol lo ven una semana al año, y en muchas ocasiones, sólo por la tele... Madre mía. Si quieres sol y playa, vete al Caribe, o a Marbella, o incluso a Lanzarote...

Hablando de Lanzarote. Gran Isla. Este año, dos buenos amigos se han ido allí a pasar sus vacaciones. Típicos sitios para ver: Jameos del Agua (el timo de la estampita), La Cueva de los Verdes (posiblemente lo mejor de la isla), Timanfaya, a pasear, previo pago, claro, por el paisaje lunar de turno y luego ver cómo queman unas ramitas con el calor que sale de un agujero. Otros sitios, pues la casita del Sr. D. Cesar Manrique (los guías te explican sus orgías con algunos mancebos en una casa brutalmente chula) y, por último, Los Hervideros, éste, unos acantilados en los que el agua bate de tal manera, que parece que hierva. Alguno lo llama "Los Hervidores", pero claro, aquí, cada tonto con su tema.

Por cierto, no olvides pasearte con los camellos, bueno, dromedarios... Creo que lo hacemos todos, otra de las maravillosas atracciones del verano, toooooooooooodos a hacer lo mismo. Al final, un amigo hace el mismo viaje cinco años después, y tiene las mismas fotos, incluyendo el típico nativo mellado sonriente con la enamorada parejita...

Están los que se han quedado sin vacaciones porque han tenido que operar a su perro, los que se han ido, en plena canícula, a Andalucía en busca de noches fresquitas, los que se han ido, huyendo del mundanal ruido, a Benidorm o a Marbella... Ojo, que con esto no estoy metiéndome con nadie, que cada uno es libre de ir a dónde quiera, pero coño, un poco de criterio...

El día en que más calor pasé de mi vida, fue un agosto que, por motivos personales (es una buena excusa para que no me tachen de cínico) estuve en la mencionada Andalucía, esa gran tierra en la que el sol no te da un respiro durante la canícula. Pues bien, ese día, a las 6 de la tarde, a la sombra, el termómetro de una farmacia marcaba la friolera de treinta y siete grados centígrados... Los lagartos iban con cantimplora.

Y los mejores son los que se van a una casa rural a pasar sus vacaciones. Se pasan todo el año puteados en la oficina, con un jefe que se cree alguien dentro de la oficina y luego se caga patas abajo cuando está en la calle y no tiene ningún tipo de autoridad. Madrugan. Pillan caravanas para ir al curro... Vamos lo habitual... Y van, y pasan las vacaciones en una casa rural. Madrugando todavía más que cuando trabajan. Durmiendo en camas incómodas y habitaciones en las que se puede encontrar cualquier tipo de insecto o arañas. Se lían a currar como cabrones ordeñando vacas, recogiendo el estiércol, limpiando pocilgas, labrando la tierra, recogiendo tomates... Acaban destrozados... Eso sí, comer, dicen que comen bien, pero coño, es que están pagando una pasta.

Ah, que quede claro, que el turismo rural en el que nos vamos a unas casitas en el campo que parecen hoteles de tres estrellas, no es ni turismo ni rural, es irse a la montaña a pasar unos días como un marqués...

Bueno, lo dicho, que se han acabado las vacaciones y volvemos al merecido trabajo, por el que, al menos, nos pagan... Y encima los niños empiezan el colegio la semana que viene... ¿¿¿Se puede pedir más???

Que vaya muy bonito,

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miércoles, 4 de agosto de 2010

¡¡Ya estamos de vacaciones!!

Ya han llegado las vacaciones. Todo el año sudando, currando, sufriendo, llorando... Algunos de mis compañeros, incluso han perdido cosas por el camino. Sí, la dignidad, el orgullo y la autoestima, pero como el caso del bazo, eso que le quitan a tooooodos los heridos en las series de médicos, parece que se puede vivir sin ellas.

No te enfades por lo que he dicho, pero este "curso escolar", de verano a verano, ha sido duro... Muy duro. Viajes, crisis, discusiones, crisis, frío, crisis, calor, crisis... Tantos y tantos meses madrugando cinco días a la semana para desplazarte a tu lugar de trabajo, aguantando a algunos que no te apetece lo más mínimo, y, por supuesto, haciendo cosas que no son las que más te interesan en esta vida.

Pero por fin, han llegado las vacaciones. Las llevamos planificando, seguramente, meses. Hemos mirado aquí y allí. Hemos ido a las agencias, hemos ojeado la Red en busca de la súper oferta. Porque no nos engañemos, a algunos les da por vacilarte un poco, o un mucho, y explicarte su súper viaje en un súper crucero por el Caribe. Te cuentan el pastón que se han gastado y un montón de detalles que, a buen seguro, te aburren. El caso opuesto es el que más duele, y reconozco que a mí es el que más me gusta practicar.

"Este verano me voy tres semanas a Menorca. Sí, has oído bien. Tres semanas. Que sí, vale."

En cuanto te digo eso, si eres de esta zona del mundo, lo primero que se te pasa por la cabeza es la pasta. Y, claro, me sonrío, te miro, me vuelvo a sonreír y es cuando suelto aquello de:

"Mi hermano tiene allí un apartamento y sólo pago el viaje"

Joder, qué gozada. Que careto se le queda al que tienes delante. Te dice de todo menos guapo. A partir de aquí, dejas ir la imaginación. Sobre todo, para dar envidia, mucha envidia, porque no nos engañemos, ya te puedes gastar toda la pasta que quieras, que si consigues lo mismo, sin gastarte ni un duro, lo disfrutas más... ¿O no?

El otro momento de las vacaciones se inicia unos días antes de la vuelta. Te lo has pasado genial, haciendo aquello que te apetecía, y ahora toca uno de los momentos que a buen seguro siempre evitamos... La compra de recuerdos para familiares y amigos.

Tiene cojones la cosa. A veces, parece que sea una obligación. Y no es por tacañería ni por mala gaita, pero es que pierdes horas y horas en encontrar algún detalle que, si te lo traen a ti, te cagas en todo, y, encima, la pasta que te cuesta (vale, tacañería).

Acabas comprando engendros que no sabes ni cómo has llegado allí. Desde el llavero con la menorquina, hasta la ensaimada que viene embolsada porque dura más. Está el típico amigo que colecciona algo. Dedales, búhos, elefantes. Y acabas comprándole uno. Por cierto, ¿te he comentado el tema de las ensaimadas ya? ¿Las has comprado en las islas o en el aeropuerto? Sí, en el aeropuerto, no engañes a nadie, que son las mismas y muchos hacen lo mismo. La putada es si viajas en barco, ahí no hay tu tía. Las compras en medio del pueblo. Está claro que no compras una. Compras varias para diferentes personas... Una, dos, tres... Y, como para hacerte un favor, las apilan, y las atan...

Las atan...

Mecagüenlamadredelaaspirinaesfervescente (esto es del Sargento Arensivia, en paz descanse). Quién demonios ha inventado semejante engendro para que lleves el paquetito. Maldita cuerda diseñada por el mismísimo diablo en persona. Vas cargando con las cajitas de las ensaimadas, y vas clavándote la puñetera cuerdecita en los dedos. Cuando llevas diez minutos cargando con ellas, tus dedos se han quedado agarrotados. Están de color blanco, excepto la zona que estaba en contacto con las puñeteras cuerdas, que está de color rojo. Hay que ser... ¿No pueden ponerte otra cosa? Yo que sé, como las bolsas esas abiertas por los lados que te dan en algunas pizzerías para que te lleves las pizzas a casa. Es que al final no te sientes los dedos...

Pero el resto de vacaciones, si consigues hacerlas en julio, son maravillosas. En Agosto, pues como las cabras, claro. Corriendo a todas partes. Madrugando para coger sitio en la playa (con lo cual, sigues madrugando, claro). Durmiendo mal porque algún vecino mamón se tira hasta las tantas haciendo fiesta con los colegas en el apartamento alquilado que te ha tocado al lado. Los mosquitos. Los restaurantes, a pesar de la crisis, hasta el culo, y si encuentras sitio en alguno, te toca el camarero borde y sudoroso. (aquí respiro un poco).

Cuidado con las medusas, con la ensaladilla rusa y la tortilla de patatas. Bebe mucho, incluso agua, y protégete del sol: sal de noche... Y por favor, deja tu súper móvil y tu súper portátil en casa... Desconecta de verdad, coñe...

Que vaya bonito,

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miércoles, 14 de julio de 2010

Hacer tiempo


Raro concepto este de “hacer tiempo”. Un servidor es de esa rara avis de los que siempre suelen llegar pronto a los sitios. Y estoy bastante familizarizado con el tema de “hacer tiempo”. Aunque de hecho, me pone de bastante mala leche, porqué normalmente el tiempo designado para “hacer tiempo” siempre se acaba doblando porqué la otra parte llega tarde. Pero ese es otro tema.

Como diría aquél crack, el “hacer tiempo” está mal “conceptuado” . Para empezar, el tiempo no se hace. El tiempo se pasa. Y no pasa rápido o lento. Siempre se pasa a la misma velocidad. Y la mayoría de veces no haces tiempo, sino que lo pierdes a la espera de algo o alguien, ya que no tendrías que hacer tiempo si todo saliera como está previsto. La historia es que hay muchas y diversas maneras de hacer tiempo. Estas maneras dependen de si estás solo o acompañado; de si es de día o es de noche; de si eres chico o chica....

Desde mi punto de vista, siempre es más fácil hacer tiempo si eres chica. Tienen una facilidad de improvisación mucho mayor a la de lo chicos. A un tío, le joden el plan para una hora más tarde y ya no sabe qué hacer. Si estás en casa no hay problema, se echa otra partida, se sigue mirando la tele, te rascas el guevo izquierdo un rato más, te sacas más mocos emulando una plataforma petrolífera con todo el dedo (sí, esto lo hacemos cuando no hay nadie y no sabéis el gustazo que da)...

Si estás fuera de casa ya es más jodido. No te vas a quedar plantado como si estuvieras haciéndote el interesante delante de un Picasso. Tampoco te quedarás dando saltitos como Zapatero con la copa del mundo. Primera idea, tiendas; segunda, el bar. El bar gana por diferencia. Periódico, café o birra o nestea (dependiendo de la hora y el nivel de moñerismo) y ya. Si estás en un centro comercial, todo es distinto. Podemos aguantar hasta 25 minutos viendo tiendas. Ni más ni menos. Tiempo en el cual recorres las 3 plantas del centro, las 250 tiendas, te has probado 3 cosas, te llevas 2 y has escuchado 3 discos y leído 2 cómics en la fnac.

Si eres una chica, para empezar nunca le jode que el plan se retrase una hora más. Ni estando en casa ni fuera. Si está en casa, puede pasarse 30 minutos más en el baño haciendo quien sabe qué. Los demás 30 minutos los puede pasar cambiándose de zapatos continuamente. En caso de estar fuera de casa, su manera de hacer tiempo es única: las tiendas. Aunque no haya ninguna en 3km a la redonda, ellas las encuentran. Llevan un radar sónico incorporado de serie. Y claro, casi agradecen tener esa hora para poder ver las tiendas.

Tienen una habilidad innata para “hacer tiempo” en una tienda. ¡En una misma tienda! Pueden llegar a sobrepasar una hora en la misma sin demasiados problemas. “Hay muchas cosas”, “hay que hacer cola en el probador”, “me tenían que buscar las tallas”, “cada semana traen cosas nuevas” ¡Y consiguen salir sin haber comprado NADA! Pero las tiendas de ropa tienen una cosa buena: producen un efecto placebo de felicidad. ¡Mi madre es feliz cuando sale a comprar! Disfruta de verdad. ¿Esto lo hace alguna hormona, no? Porqué yo no entiendo lo más mínimo. Yo podría decir que tengo predilección por cualquier cosa electrónica que tenga botones y/o luces. Pero cuando estoy más de 15 minutos la saturación es más que notable, deseando antes que me pinchen en un ojo con una rama de aloe vera a pasar 10 minutos más viendo los mismos iPods de cada vez que vas.

La conclusión es que claramente los chicos debemos aprender a “hacer tiempo”, aunque últimamente gracias a internet móvil esto está cambiando. Otro día hablaré de qué costumbres ha cambiado el internet móvil... que no son pocas. Espero que no tengáis que “hacer tiempo” demasiado ya que la vida son cuatro días y entre trabajar, dormir y “hacer tiempo” ya pasan tres!!

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sábado, 3 de julio de 2010

Los certificados médicos

¿Ya te ha tocado renovar alguna vez el permiso de conducir?

Lo primero que tienes que pensar es que ya han pasado diez años desde que te examinaste. Y no, no vale ahora que digas eso de "Joder, si parece que fue ayer", porque no, no fue ayer, fue ya hace casi diez años.

Si como yo, ya es la segunda vez que tienes que renovarlo, imagina, es que te estás acercando a los cuarenta y se te viene encima la famosa "crisis de los cuarenta". A mí, se me está acercando antes de cumplir tan mágica cifra, pero he querido imaginar que eso no es más que una estadística (ver "Estadísticas, ese gran chiste") y te pasa o antes o después

Pero no hablemos de crisis, que para eso ya escribo en otro lado, para revolcarme en mis propias miserias.

El otro día recibí uno de esos correos que no sabes por qué te envían. En este caso era propaganda de una compañía de seguros en la que me prometían el mejor precio y las mejores coberturas... Cómo todas, vamos... Me dio por abrirlo para comprobar precios, ya que me caduca mi seguro el próximo agosto.

Empecé a meter los datos que te piden, y uno de ellos era la expedición del carné de conducir. Pero, y tal y como diría Gomaespuma, ete aquí, ¡oh! sorpresa, ¡oh! dolor, ¡oh! campos de soledad, ¡oh! mustios collados, que justo en ese momento me di cuenta que el carné me había caducado hacía cuatro días.

Ante tal tragedia, y teniendo en cuenta que tenía que hacer las gestiones en menos de dos días, me puse manos a la obra... Y madre mía con la que me di...

Decidí, por el tema de las prisas, acudir a un centro médico que hay en la ciudad en la que vivo, por el solo hecho de que ellos te lo gestionan todo, es decir, entras allí con el carné caducado y sales con un provisional que te permite seguir "ejerciendo".

Llegué al lugar en cuestión. Un local pequeño, con una escalera que bajaba a un sótano. En la entrada, una chica tatuada me atendió amablemente. Le dije que tenía que renovar el carné y que necesitaba todo, un completo, por no llevar, ni las fotos, una historia larga...

El primer susto. La revisión, más las fotos, más la gestión, más las tasas... NOVENTA Y UN EURAZOS... Tócate los cojones Mariloli... Ya iba de cabeza, como te digo, tenía prisa por tener el carné, así que, pasando de hacer colas kilométricas en "La Campana", decidí pagar y callar.

Me enviaron al sótano, donde otra chica me esperaba. Lo primero que hizo fue pedirme la pasta... En metálico. Aquel sótano no tenía ventanas. Era, más que viejo, clásico, y olía un tanto humedad. Me llevó a una salita pequeña. Me sentó en un taburete, se sentó ella enfrente mío, con una polaroid en la mano y me sacó la foto casi sin avisar. Eso eran cinco euros de los noventa y uno. Me mandó a una salita.

Aunque me habían dado hora, allí no había llegado todavía el médico y la sala estaba a rebosar. Se les acumulaba el trabajo. Llegó el que te mira la vista con diez minutos de retraso y empezó a llamar a la gente. Que ritmo...

Me tocó a mí unos veinte minutos después. Pasé. Todo viejo. Me senté enfrente de un cacharro de aquellos que tiene cuatro letras y que es retro iluminado. Con un bastón de madera roto me iba señalando las letras. Después, me pegó un fogonazo con una lámpara y me hizo volver a mirar... Apto. Total: tres minutos.

Me fui a otra sala dónde tenía que hacer alguna prueba más y ver, finalmente, al médico.

Entré en la psicotécnica. Allí, un chaval joven empezó a hacerme preguntas sobre mi estado de salud mental. Después me explicó cómo funcionaba la máquina de las bolitas, pero me dijo que, como tenían prisa, que me daba apto y ya estaba. Total: 2 minutos.

Después pasé al médico. Me preguntó si bebía... Puse cara de bueno y dije que no, claro. Me hizo otras preguntas, sólo preguntas, y me declaró apto a los dos minutos.

No me hicieron ni prueba de oídos ni nada por el estilo.

Al salir, me dieron un papel con la foto puesta... Joder qué susto... A ver, no soy James Bond, lo sé, soy un tío más bien feo. Encima, los años ya se me van echando encima, pero coño, la foto estaba descentrada, tomada desde abajo, sin avisar, sin luz... Me cagüen... Si tengo que mandar esa foto a mi madre, me deshereda, y como la mande por correo electrónico, fijo que me detecta el antivirus... Si más que feo aparezco complicado, parezco un Picasso...

La cuestión es que estos mamones se ganan un pastón sin hacer una mierda. Que había allí un señor anciano que no se aguantaba ni los peos, que ni si quiera oía bien, y le declararon apto... Si es que no puede ser. Que bebes, apto. Que te drogas, apto. Que eres un psicópata, apto... Que en esas pruebas no pueden sacarte nada más que la pasta tío.

Que puñetero país que tenemos. Encima, con la pasta que ganan, tienen el local más cutre de todo el pueblo. Qué rácanos. Aquí, está claro que el más tonto hace relojes.

Y claro, todo esto, auspiciado por nuestro gobierno, sea del color que sea, porque el tema funciona así, desde que Franco era corneta...

Bueno, la cuestión es que tengo renovado mi premiso, tendré una foto digna de un terrorista, y me han soplado noventa y un eurazos del ala.

Moraleja: Ni idea, pero hagas lo que hagas, acabas pagando.

Que vaya bonito,

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jueves, 1 de julio de 2010

Madre no hay más que una

La vida… Qué grande es la vida. Qué genial es la vida. Si fuera creyente, diría que es un milagro, el único milagro que podría existir, el de la vida.

¿Y quién nos da la vida? Nuestra madre. Y eso es un hecho científicamente probado. Si vienen los del CSI con el luminol, encontrarán todo tipo de fluidos que lo confirmarán. No hay duda.

Tu padre es tu padre… porque tu madre te lo ha dicho. Porque si cuando tuviste uso de razón, si es que ya lo tienes, tu madre te hubiera dicho que tu padre era el del quiosco de las chuches, tú te lo hubieras creído y punto. Así que lo dejamos ahí. Tu padre es el que te paga las facturas, te chuta el balón, y te quiere como si fueras su hijo. Lo dejo ahí. A estas alturas, todavía no me han desheredado y quiero seguir así.

Luego está la novia/novio. Uuuuuuuuy. Mira que se llevan mal con los suegros. Bueno, no siempre, pero ahí está el tópico. Yo, para que te hagas una idea, quiero lo mismo a mi madre que a la suegra de mi mujer. POR-I-GUAL. Sin reservas. Sin excepciones. Joder, que la quiero un montón. Y claro, volviendo a lo de la madre, hay una frase que lo dice todo "Madre nada más que hay una y a ti te encontré en la calle" (Hubiera preferido escribirlo "Madre namás cay una y a ti tencontren la calle"). La frase no es mía, está claro, está en el refranero popular. Y está cargada de odio y crueldad. Joder. ¿Eso es lo que le dices a tu novia? Pues si ese día tenías algún pensamiento de culminar, si le dices eso, olvídalo chato, que te veo lavando la ropa a mano, y tú ya me entiendes.

Lo de las madres es maravilloso. Ya lo decía el sargento Arensivia, de "Historias de la Puta Mili", "El que no respeta a una madre, no respeta na". Es lo más grande. Que te caes y te haces una heridita en la rodilla. Está mamá que te da un besito en la pierna, y se acaban los dolores… ¿Quién venía por la noche a tu habitación cuando tenías una pesadilla? Mamá. Además, en algunos casos, incluso la oías meterle una bronca del quince a papá por haber puesto "Pesadilla en Elm Street" y haberte dejado verla. Que aquellas películas, al menos la primera, acojonaban tela. Quizás la cuarta entrega, por aquello de pillarte mayor, ya te provocaba más la risa floja, pero que miedo pasaba yo con el zarpas…

Le pedías a mamá algo, no sé, la camiseta del Barça. Era lunes y habíamos machacado al R. Madrid. Había que ponerse la camiseta sí o sí. Así encabronabas un poco al personal. Pero claro, no la encontrabas. En el mejor de los casos, la buscabas la noche antes. Era una experiencia que por mucho que se repitiera, siempre era muy aleccionadora, sobre todo de cara al futuro compartido con otra mujer (vale, aquí me la juego).

- Mamá, ¿has visto mi camiseta del Barça?
-
Sí, está AHÍ.
Tú ya te dabas cuenta de que iba a dar inicio una de las situaciones más surrealistas de la vida. Conocías los diáologos. Conocías incluso el final.

- Mamá, ¿AHÍ DÓNDE?
-
Pues AHÍ, en el cajón, DÓNDE va a ser.

Mirabas el mueble y habían cinco cajones, más los cuatro del armario empotrado.

- En la cómoda o en el armario, mamá.
-
DÓNDE SIEMPRE.
El tono de mamá ya empezaba a mostrar cierto matiz cercano a la irritación. Ya te acojonabas. Buscabas y no la encontrabas.

- Mamá, no la encuentro.
-
Pues búscala bien, que está AHÍ. ¿Tendré que ir a buscarla yo?

Tragas saliva. Sigues buscando sin éxito. Encima, la ropa de los cajones ya no muestra el estado impecable que presentaba segundos antes de iniciar la operación búsqueda.

Te armabas de valor e ibas a buscar a tu madre. Con un hilillo de voz casi imperceptible, le decías que no la encontrabas. Te miraba. Resoplaba. Se movía más veloz que un felino e iba hasta tu habitación. Abría un cajón. A la primera. Allí estaba la camiseta. Pensabas para tus adentros que no podía ser. Tú habías buscado AHÍ cuatro o cinco veces sin encontrar nada. Entonces tu madre soltaba una frase lapidaria:

- Digno hijo de tu padre.
Y ahí piensas en tu padre, que si eres más o menos de mi quinta, igual pronunció estas mismas palabras algún día en una conversación seria y trascendental contigo:

- No encontrarás una mujer como tu madre.

En ese momento piensas en el cariño de tu madre, ese amor que es incomparable con nada en este universo, pero con los años, te das cuenta de que no se refería SÓLO a eso, te das cuenta de que cuando estabas viviendo con ellos, no hacías ni el huevo y, ahora, como te pongas tonto y dejes los calzoncillos allí dónde queden después de lanzarlos con el pie, sabes que acabarás con una buena bronca y, posiblemente, durmiendo en el sofá...

Te quiero mamá...

Que vaya bonito,

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domingo, 27 de junio de 2010

La receta del mes: "encostipat de cal Déu a la TMB"


Hoy os voy a brindar, para todos aquellos que les guste la cocina, una receta inigualable: "l'encostipat de cal Déu a la TMB". Para los que no entendáis el catalán, "El catarro de la hostia de la muerte pero qué superfuerte a la TMB". (TMB: Transportes Metropolitanos de Barcelona). Muy adecuado para los amantes de pedir bajas cortas, de 3-4 días.

Como en todas las recetas, primero se muestran los ingredientes:

- Un usuario. De buena calidad, siempre. Si ya estás jodido, pa qué.
- Una chaqueta. Ya puede ser una americana elegante, o una chaqueta de punto de la abuela.
- Un TMB y su amable conductor. Sirve también EMT de Madrid, o cualquier otro equivalente. Eso sí, que sea insensible con el usuario, bus, metro, tren, cualquiera vale.
- Un simpático, pero inútil hombre del tiempo. Si puede ser, que sea líder de audiencia y de masas. Siempre son más eficaces a la hora de joderla y que nadie les diga nada.

Estos son los ingredientes necesarios básicos, siempre se pueden añadir bufandas, pañuelos... A gusto del consumidor.


Con todos los componentes encima de la mesa ya podemos comenzar:

1. Marinar al usuario la noche antes. Para eso, se necesita al hombre del tiempo: "Mañana abríguense, que va a hacer fresquito". O: "El diluvio universal se aproxima y mañana moriremos todos". Vamos, cualquier predicción de las de cada día, no hace falta una especial, porqué la cagan siempre...

2. Sacar al usuario de su casa con su chaqueta puesta por la mañana en dirección a su transporte público. En la espera infructuosa a la llegada del TMB se empieza a gestar el maravilloso resfriado.

3. Entrada al TMB. Calor. El usuario aguanta con su chaqueta, más que nada por la molestia de quitársela. Sí, somos vagos desde la edad de piedra, creo.

4. El calor se hace insoportable, así que aún y no queriendo, el usuario se quita la chaqueta. Alivio momentáneo de 15 segundos. Ninguno de los demás usuarios se atreve a abrir la ventana, ya que nadie se cree con la suficiente autoridad para hacerlo.

5. El amigo conductor, se da cuenta que lleva 500 personas asfixiándose y haciéndo chup-chup desde hace 10 minutos. Es momento de encender el aire acondicionado a 1000 trigawatios de potencia. Buah, alivio generalizado. Las caras de "no aguanto más" se tornan en caras de felicidad REAL.

6. Tras 3 minutos envueltos de frío polar, el usuario opta por esperar otros 2 minutos a ponerse la chaqueta. Que tampoco es pa tanto. Habiendo ya aguantado como un machote y viendo que la colonia de pingüinos dormidos empiezan a dar botes en sus pies, decide ponerse de nuevo la chaqueta.

7. El conductor se da cuenta tras un par de minutos que se ha pasao de trigawatios. Para el aire acondicionado de golpe. Pa qué bajarlo, se para y punto.

8. Los pasos 4, 5, 6 y 7 se pueden ir repitiendo mientras dure el trayecto, o dependiendo de cómo le guste de hecho el constipado al usuario: poco hecho, al punto o muy hecho.

9. Salir de TMB y presentación. El primer síntoma llega en muy pocos minutos: ¡aaaaachís! Este primer estornudo nos demostrará que el plato está terminado.

Espero que la receta del mes os haya gustado. Siempre es un gustazo llenar las salas de los centros de salud para estas cosas. Es todo un círculo de la vida que ellos mismos preparan a conciencia. Te ponen enfermo para que luego puedas ir a gastarte lo que te quitan de la nómina cada mes en tu maravilloso centro de salud. Y luego así justifican que se atiende a todo el mundo, por lo menos, una vez al año.

Así que nada, a disfrutar de vuestro constipado que la vida son cuatro días. Si lo probáis, ya me comentaréis cómo os ha salido.

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lunes, 21 de junio de 2010

Estadística, ese gran chiste

Qué grandes son las estadísticas. Como diría un gran amigo mío sevillano, "Te pegas una jartá a reír".

Y es verdad. Lees por ahí estadísticas que son para descojonarse. Porque está claro que se puede hacer estadística de cualquier cosa, pero, en mi opinión, también está claro que se pueden dividir en serias y menos serias.

Y no me malinterpretes, que no voy a meterme con los grandes expertos en estadística. Recuerdo yo perfectamente que ya cuando estábamos en el colegio hacíamos algún tipo de estadística. La más grande de todas es aquella que dice que "dos de cada tres son una pareja". Genial

Hoy aparece una estadística en "El Periódico" que dice que uno de cada tres españoles se va de putas. Bueno, ellos lo escriben un tanto más modosito, pero a fin de cuentas, lo que dicen, es eso. No me negarás que la afirmación, dentro del marco de la estadística, es cachonda. Por ejemplo, si estáis tres amigos juntos y los otros dos dicen que en su vida han ido de putas, eso significa que tú has ido... Te pongas como te pongas tío. Ya puedes negarlo tanto como quieras, que seguro que acabas en un programa en el que una tía con un apellido de ánade gallego tendrá fotos y papeles de algún tipo.

Dan miedo.

Otra estadística muy cachonda es la que dice si hay dos hombres y dos pollos asados y uno de los hombres se come los dos pollos, según las estadísticas hay un pollo para cada uno. Joder, que se lo digan al que no se ha comido ni un colín. Hay que ser mala persona, pero así está repartido el mundo, ¿no? No es una estadística que nos sorprenda.

Ahora estoy pensando en esa tan molona que dice que en el mundo hay siete mujeres por cada hombre... Siempre escuchas la misma respuesta, "Alguien tiene trece"... Pues no, en todo caso, alguien tendrá doce, no jodas... Me parece que acabo de liarla parda, ¿verdad?

Hay otra estadística muy buena que habla del uso del punto y coma ";" en los textos escritos por los españoles. Al parecer, el mayor uso es para los emoticonos ";-)", en segundo lugar estaría un uso erróneo y, en la cola, para separar frases...

Hay millones de estadísticas cachondas. ¿Sabías que el elemento que más hace que los americanos se ahoguen es un mondadientes? Al parecer alguien ha hecho un seguimiento sobre este tema en los hospitales. Volar es el medio de transporte más seguro, el 99,9% de fallecidos en accidentes de aviación lo hacen al llegar éste al suelo (palabra).

Al parecer, tienes más posibilidades de meter todas las bolas de billar jugando con la "polla" de espaldas a que tengas una noche loca con una actriz famosa (para las chicas heterosexuales, un actor famoso).



Aunque la mejor estadística, la más certera, es la que dice que "Según las estadísticas, el 99% de las estadísticas son falsas".

Que vaya bonito,

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sábado, 12 de junio de 2010

Tetazas


¿Qué sería de nosotros sin la riqueza de nuestro idioma? Gracias a un amasijo de prefijos y sufijos conseguimos darle a las palabras unos matices enormes que nutren nuestra manera de expresarnos. Sí, poético y un poco moñas, pero totalmente cierto.

Todos sabemos que no es lo mismo decir que una comida está mala a decir que está malísima. Con simplemente añadir unas letras más podemos darle mucho más énfasis a una palabra. O incluso cambiarla de significado: ya que un balón no es lo mismo que un balonazo.

Ésta es una gran riqueza idiomática que deberíamos aprender a valorar, ya que muchos otros idiomas no tienen esta posibilidad. Así lo descubrí en mi viaje a Londres con Àlex. Digamos que de inglés, yo ya tenia un nivel aceptable, pero nunca lo había usado más allá del : hola, quiero un McPollo. O: quiero un billete de autobús, cómo se llega hasta wall street, the book is on the table. Digamos que me faltaba el día a día. Y allí lo tuve durante bastante tiempo.



Y ahí fue, cuando un tío como yo, empecé a echar de menos el castellano/catalán. Me di cuenta que más del 80% de palabras que uso se basan en modificar las palabras raíces. Es la base de nuestro humor, y muy particularmente del mío. Eso en inglés ¡no se puede hacer! Una cosa puede ser pequeña, little. Pero no puede ser pequeñísima. Se queda en un very little. Un niño no puede ser pequeñajo, es un small kid. Y ahí la jodí.

¡Tócate los huevos! Allí no podía decir: "Mira ésa, qué tetazas". ¡Porque no! Porque es big tits. Puff, q asco. Porque... ¿adivináis como se dice tetitas, no? Small tits. ¡Qué falta de expresividad! Allí me encontré indefenso. No puedes ser gracioso. Aún tengo fresco en mi memoria el día en que intentamos explicarle a un canadiense qué eran unas tetazas. Y le decíamos que en su idioma, se llamaban Tea Cups. Yo creo que el tío pensaba q estábamos locos. Pero bueno, con una cerveza en la mano, les cuelas cualquier cosa que les quieras contar. Ahí empecé a entender lo del humor inglés. Se lo han tenido que montar de otra manera para hacer gracia. Y desde luego, no es por el idioma.

¿Qué sería de nosotros sin los andaluces? Con esa forma de hablar siempre tan exagerada y graciosa. Allí no podías decir: que te voy a meter un purazo, que tengo ganas de comerme una buena paellaca, o que tu madre hace un tortillón de patatas que te mueres. Y de verdad que es una jodienda si estás acostumbrado a ello. Ahí es cuando aprecias todas estas cosas en las que por mucho inglés que hayas estudiado, nunca habías caído en la cuenta.

Así que vamos a disfrutar de nuestro idioma, de los culitos, culazos, culetes, ojitos, ojazos, ojetes (ui, éste no), que la vida son cuatro días.

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martes, 8 de junio de 2010

Joder con la manía del moreno...

Cuando yo era pequeño, y te hablo de hace ya unos años, recuerdo que llegábamos al principio del verano blancos como la teta de una monja. A lo sumo, el año que en semana santa, el sol respetaba al obrero español, aprovechábamos y ya nos dábamos unos primeros rayos de sol y el baño en el mar. Joer cómo molaba aquello. El agua estaba fría de cojones, pero qué bien te lo pasabas. Y, bueno, empezabas a coger algo de color. Veías a las señoras y a las chicas de dieciocho tomando el sol. En aquella época, se empezaba a ver algo de top-less, pero al veranear en la costa desde hacía tiempo, ya no le prestabas atención…

Juas, y te lo habrás creído. Pero si debíamos tener 15, como la novia del dúo dinámico, y andábamos locos con las hormonas. Todavía no decíamos lo de “omaaaaa que ricaaaa”, pero igual ya cantábamos aquello de “Hooooostias caaaaarolinaaaa que buena estáaaaaaas…”

Pero no quiero hablar ni de tetas ni de Carolina. El tema es que ahora, a mediados de año, la gente ya está morena. Sí, sí, sí, sí… Más que morena, naranja. ¿Tú lo has visto? Ya no sabes si es que tienen algún problema de salud, si se han pasado con el maquillaje o si les ha reventado el bote del colorante de la paella, porque tienen un color de lo más chungo. Impresionante. Luego, vas a la playa, y les ves esas marquitas blancas justo debajo de las nalgas, que nunca te atreves a preguntar, pero todos sabemos de dónde vienen.

Se pusieron de moda los rayos UVA. La gente morena todo el año. Luego empezaron con el miedo del cáncer de piel, y se pasaron a los espráis y las cremas que te mantienen moreno todo el año, pero joder, con un color que da grima sólo de verte. Claro, cuando ves a alguien en invierno con un moreno de pleno mes de agosto, dices, “aquí hay gato encerrado”. No puedes evitar pensar en cómo lo ha conseguido. ¿Habrá estado en el Caribe recientemente? ¿Es de una raza más morena? ¿Tiene una adicción extraña que le cambia el color de la piel?

¿Pero esa gente no ve los programas estos de la primera, por la mañana, en la que dicen que tomar mucho el sol, produce un envejecimiento prematuro de la piel? Que te llenas de arrugas, y por mucho que te hayas puesto silicona, las arrugas aparecen, excepto en esas partes, que siguen tersas y parece como si te las hubieran puesto con el Photoshop, eso sí, con mala leche, y a traición…

Luego están los de piel blanquita… Vamos, los de piel “blanco nuclear”. Esos que, por mucho que se pongan cremas, rayos UVA o vayan a la playa en las horas en que se achicharran los cangrejos, nunca se ponen morenos. Siempre dicen lo mismo “a mí, el sol, me resbala”. Y es totalmente falso. Consiguen, en la mayoría de las ocasiones, un rojo espectacular. Duele, eso sí, pero es un rojo que te recuerda a las gambas de Palamós, a la brasa, vuelta y vuelta. Mmmmmmmm. Sólo de pensarlo se me hace la boca agua, están para comérselas… Las gambas digo, ¿eh?

Pero el moreno que más se lleva, el que nunca pasa de moda, es el que usan y al que dan nombre, el personal que se dedica a la construcción. Ese moreno que empiezas a coger en el mes de mayo, y ya no lo sueltas en todo el verano. Qué bonito es ver a la gente en el mes de Agosto así. Vas a la playa, y lo primero que se te ocurre es pedirte un helado de aquellos de dos sabores, nata y chocolate. Esos brazos morenos. Esa cara tostada por el sol. Esa nuca con un bronceado caribeño, las medias piernas de un bonito tono oscuro, brillante. Eso sí, el resto del cuerpo, blanco, blanco, blanco. Es el llamado moreno paleta.

Este año yo también puedo presumir de ese tipo de moreno, y no porque me haya dedicado a “La Obra”, nada más lejos de la realidad, he cogido ese moreno gracias a los entrenos y partidos de mi hijo. Esas tardes de viernes en el campo, sin una sombra, y esos sábados, en el mismo campo o en otro, igual de cabrito el arquitecto, en el que la única sombra está en el bar. Vamos, tengo la marca del reloj, las gafas, la camiseta y las bermudas. No está mal, es apetecible. Te dan ganas de comerte el mencionado helado.

Y pensar que en los años veinte, lo que ponía a los tíos eran las mujeres blanco-leche, con gato acostado y un tanto fondonas... Todo lo contrario de nuestras fechas, peeeeero, supongo que será cuestión de modas, como todo...

Nada más, hay que empezar a ponerse morenos, que este año estamos empezando el verano con mal pie. Agua, agua y más agua. Como dice el grupo del caralibro, al que me diga este año que hay escasez de agua, le meto un paraguas por el cu……

Que vaya bonito,


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miércoles, 26 de mayo de 2010

El viaje en transporte público


Transporte público. Sí, esa maravillosa herramienta que nos proporcionan nuestras ciudades y pueblos para no hacer uso del vehículo particular. Hace cosa de tres semanas, por un reciente cambio de trabajo, he vuelto a saber lo que es el transporte público (que no púbico ¡en qué coño estáis pensando!).

Ya no recordaba lo que era, la verdad. Tenía muy mal recuerdo, eso sí. Y puedo decir que casi después de 5 años de no usarlo, parece que haya ido a peor en lugar de a mejor. Y eso que no he cogido todavía el maravilloso “cercanías de renfe” (y espero no cogerlo).

Esas peleas a las 6:30 de la mañana con las señoras mayores (que digo yo, ¿a dónde coño irán a estas horas?), dando codazos para ponerse delante de la puerta cuando llega el tren. Y ese refunfuñar cuando tú coges sitio antes que ellas y se quedan de pie. ¡Que NO señora, que NO! ¡Que por mucho que refunfuñe no le voy a ceder mi lugar, y sí soy un maleducado! Yo he pagado mi billete y paso de estar embutido durante una hora y cuarto de pie, con mi carpeta en una mano y el tupper en la otra, con señoras dándote golpes en la entrepierna con los bolsos y comiéndote las rastas y los efluvios de un perrofláutico a menos de un centímetro de la cara. Un maldito insolidario es lo que soy, pero prefiero sentarme yo. Que yo también me hago mayor y mis rodillas cada día aguantan peor mi peso.

Ahora, por suerte o desgracia me toca coger el autobús. En esencia es una cosa parecida, aunque a mi entender no tan malo como la renfe. Y tengo la bendita suerte que subo casi en el principio de una línea, para ir a casi el final de la línea. Los más avispados ya habrán visto los pros y contras: siempre puedo sentarme, pero me trago 45 minutos como mínimo en el bus.

Es un mundo el bus. Ya para empezar la parada. ¡Ay mi madre! Lo de guardar una cola no se ha hecho para los españoles, está claro. Llega cualquiera y sin disimulo alguno se pone delante de ti. Y a mí que quieres q te diga, me repatea. Así que me vuelvo a poner delante. ¡Pos no tendrán güevos! Pa chulo mi pirulo, pero ya es mal rollo por la mañana. Y después, esa gente rastrera y ruin que llegan los últimos y se esconden en el otro lado de la parada, detrás del panel publicitario. Y cuando tú estás guardando una cola más o menos, cuando llega el bus te salen los roedores de detrás del panel y ¡se cuelan como si nada! Me cago en ros...

Luego cuando entras, si tienes la suerte de sentarte, el viaje puede ser más o menos correcto. Sólo te puede molestar: un niño sentado delante dándote pataditas, una señora que no tiene el sentido del espacio propio y te pone el bolso encima, la típica señorita con tacones que le da por cambiar de pose cada 12 segundos y te clava la punta de sus maravillosos zapatos en la espinilla, el chaval que lleva la música tan alta que la oyes incluso llevando tú tu propia música… casi nada. La de hoy ha sido nueva, no la había vivido antes: cincuentona con ¡3528 litros de colonia! Ostias, he llegado a la oficina mareado mareado. Y claro, como estás sentado, no vas a perder tu sitio por eso, hay que ser un machote y aguantar. Y ahora se junta con que empieza a hacer calor y la gente no es capaz de abrir la ventanilla, no sea que entren moscas…

Pero bueno, es mucho menos que si te toca ir de pie, está claro. Ahí se repite la situación del tren, donde tus partes nobles pueden sufrir la misma tortura y el sentido del olfato debería poder deshabilitarse manualmente. Eso es una petición hago formalmente a quien quiera cogerla: ¡necesitamos botones para habilitar y deshabilitar nuestros sentidos! ¿Cómo no pensaron en ellos los de la creación? Si es que seguro que el creador era consultor y siempre olvidan cosas en el análisis.

Si os toca disfrutar del transporte público, mucho ánimo, que ¡la vida son cuatro días! Àlex, ¿cuál era el porcentaje de tiempo q gastamos en llegar al curro? :P

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lunes, 24 de mayo de 2010

Trabajar, dormir, comer, Trabajar...

Hay que joderse con el tema del tiempo. Y no me refiero a la mierda de tiempo que estamos teniendo últimamente, que vaya tela, me refiero al tiempo en cuanto al que marca el puñetero reloj.

Tenemos una vida frenética, en la que disfrutar, lo que es disfrutar… poco. Ahora pienso en mi padre (hola papá) y recuerdo que trabajaba para vivir. Pero nos veo a nosotros y no tengo ni puta idea de lo que estamos haciendo, pero me da que muchos de nosotros no trabajamos para vivir, empiezo a pensar que ni siquiera vivimos para trabajar, sencillamente, trabajamos.

Me explico. Si eres anterior al CD, como yo, seguramente recordarás que tu padre curraba como un pepe (esto no sé de dónde viene, pero siempre lo he oído en casa, supongo que por ahí, en algún rincón de este país, existió un señor que se llamaba pepe y que se pasaba el día trabajando y trabajando... O eso, o un invento como el del coco para dormir...).

Para poder llegar a final de mes, seguramente se levantaba súper temprano para irse al trabajo número uno, llegaba a casa a las tres, comía algo, se echaba una siestecita de media hora y se volvía a ir a currar a otro sitio. Sí, así era. Encima, del segundo, volvía a eso de las nueve de la noche, para cenar, ver un rato la tele, que en aquella época era mala... ah, sí, claro, cómo ahora, al menos entonces daban pelis de vaqueros... Y luego se iba a la piltra para empezar de nuevo.

Ahora, al menos en mi profesión, el tema viene siendo similar, aunque con algún matiz diferenciador. Seguimos currando desde bien temprano hasta más allá de las nueve de la noche, aunque sea en el mismo trabajo y por un sueldo poco razonable. Encima, con las maravillosas nuevas tecnologías, conseguimos estar conectados a todas horas. Entre el móvil y el ordenador portátil, tenemos siempre el placer de la disponibilidad, porque siempre hay alguien por encima tuyo, en el curro digo, que trabaja todavía más que tú, al menos, está ahí, es increíble. Llegas por la mañana, está. Te vas a tomar un café, se queda. Te vas a comer. Se queda. Vuelves de comer, está. Vas a media tarde a tomar el aire cinco minutos. Se queda. Vuelves. Está. Te vas a las nueve de la noche. Se queda... Joder, vive ahí. Encima, el domingo por la tarde te fustiga a correos electrónicos. Si es que no se puede desconectar.

Claro, si haces números, que los he hecho, resulta que de las 168 horas que tiene una semana de lunes a domingo, te puedes tirar, tranquilamente, 45 de ellas dedicadas al trabajo. ¿En porcentaje? Cerca de un veintisiete por ciento de tu semana.

Claro, ahora se despierta nuestro lado estadístico, ese que nos mola tanto cuando estamos en el corrillo del bar o de la escalera con los vecinos, y empezamos a hacer números.

A ver, dormir, ¿Cuánto venimos a dormir? Según estudios de alguna universidad con pedigrí (lo escribo así porque quiero) dormimos unas ocho horas diarias (por la noche) y los fines de semana ponle que dormimos diez. Juas. Eso es que no tienen críos, ¿verdad? Bueno, haciendo esos números, nos vamos a las sesenta horas, lo que nos da, dividiendo las sesenta entre las ciento sesenta y ocho y luego multiplicando por diez... Cerca de un treinta y seis por ciento de la semana durmiendo.

Jodeeeeeer. Si te fijas, entre dormir y currar, ya se nos va un trágico SESENTA Y TRES POR CIENTO de la semana. Me cagontó...

Claro, en comer nos dejamos un nueve por ciento, en desplazarnos de un sitio a otro, un cuatro por ciento, en hablar por teléfono (aquí seguro que alguien tiene diferencias de opiniones con la variante del sexo de los interlocutores) cerca de un siete...

Hablando de sexo. ¿Quieres ese dato? Venga, va, sí... Con dos cojones. Invertimos en sexo algo más de un uno por ciento. Y sólo ese algo más es para sexo compartido... Sí. No me mires así. Habla con el Sr. Woody Allen. Joder, ahora me vas a decir que tú, todos los días, y no sólo una, si no que varias veces. Ah, por cierto, que en ese tiempo están incluidos los preliminares...

Si es que somos unos tristes. Currar, dormir, comer, movernos (poco)... Con la familia y los amigos, compartimos poco tiempo, y encima, ese poco tiempo, estamos ya hasta los huevos por culpa de algún cretino del curro que nos hace perder los nervios día tras día...

Si es que el mundo está mal repartido. A ver, digo yo, ¿por qué somos tan sumamente tontos y nos autoconvencemos con la palabra "responsable" para defender la idea de que el trabajo es tan importante? Joer, si lo es... Pero no tanto. Parece que nos encante putearnos los unos a los otros, en vez de tomarnos una cervecita bien fresquita y disfrutar del tiempo libre...

Menos mal, que, a algunos, lo que más nos gusta es poder reírnos de estas situaciones, sea en el curro o en la calle, en el bar o en casa, porque sabemos que, al final:

¡La vida son cuatro días!


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domingo, 9 de mayo de 2010

Qué es un buen amigo

El que me conoce o ha leído mis paranoias personales en cualquier otro rincón de la red, sabe perfectamente cuánto valoro la amistad... Sí, mucho, créeme, no pongas cara de "este tío ya va a soltarme un rollo macabeo"...

Un amigo es, para mí, aquel que cumple una serie de requisitos que te pasaré a enumerar dentro de unos minutos. Es difícil de encontrar. Supongo que con esa persona tiene que haber una química especial, además de un entendimiento casi global. Y ahora no entremos en tildar lo que cuento como mmmmmmmmmuy maricón, que ya nos conocemos, y que conste que ni entro ni salgo en la sexualidad de los demás... Bueno, intento hacerlo... Joder, no, que me lío...

A lo que voy, que me lío, me lío, y se me va la pelota (esto es de Pepe Rubianes, el gran Pepe, pero me encanta decirlo). Vamos a enumerar aquello que creo que debe cumplir un amigo de verdad:
    1. Confidencialidad: Un buen amigo tiene que guardar cualquier tipo de secreto. Cualquiera. Sea de la naturaleza que sea. Sobre todo los más sagrados, aquellos que tienen que ver con situaciones en las que nos vemos metidos, siempre por motivos totalmente ajenos a nuestra voluntad, tras una ingesta masiva de alcohol, que se junta con una fiesta y una jaca a la que vemos de putísima madre cuando vamos tan calentitos. Para muestra, este vídeo en youtube.
    2. Compañía: Un buen amigo está contigo en los buenos y en los malos momentos. Son aquellos con los que compartes los mejores momentos de tu vida. Aquellos que acuden a los buenos momentos al ser llamados y a los malos sin necesidad de hacerlo. Pero claro, algunos no tienen claro el fondo del asunto. Por ejemplo. Te casas. Joder, en teoría es un buen día... Sí, vale, quizás más para ellas que para nosotros, sobre todo porque todos los tíos que conocemos y que están casados nos dicen que no lo hagamos, nos cuentan aquello del bote que vas llenando de piedras con cada polvo que echas y, una vez casado, tienes que quitar una en vez de ponerla... Nunca lo acabas.

    Bueno, pues eso, algunos amigos se confunden, y ese día, el de la boda, en el mejor momento, te hacen un regalo, un vídeo... Joer, se te saltan las lágrimas. Un regalo que se han currado ellos, que no tiene nada que ver con la pasta... Y es cuando te sacan a tus antiguas novias, las juergas que te has corrido... A tomar por culo la confidencialidad... Tu novia te mira mal. La suegra con un soponcio. El suegro dándole aire a la suegra y diciéndote que te va a matar. Tu madre llorando, tu padre que no sabe dónde meterse y tu hermano... Joder, ese es el que se lo pasa de puta madre... Luego todo se pasa y a tus amigos les quieres un montón, pero ese día no lo olvidas, ni la novia tampoco, ni los padres de la novia tampoco... Jodeeeeeeer (vídeo)
    3. Lealtad: La lealtad, sin mirar diccionarios ni chorradas de esas que nos hacen tirar por tierra años de analfabetismo, es ese punto que hace que sientas auténtica devoción por un amigo. Que hagas casi cualquier cosa que te pida. Es aquello de poder decir que un amigo de verdad, daría su vida por la tuya. Bueno, es lo que decimos, sobre todo cuando vamos mamados. Joder, cuanta lealtad... Sale por las orejas. Aquel momento en el que cuesta hablar, cuesta mantenerse erguido, cogidos por los hombros y con aquel acento gangoso y ese talante serio, el amigo te dice "Alez, de guerdad dio, de quiedo un bonton... do quesea daria bivida potti". De ahí, a acompañarlo a una cita porque la que se quiere beneficiar tiene una amiga, van dos pasos...

    Con las tías también pasa. Algunas siempre van con su mejor amiga, y pasan cosas como las que ves en la foto de la derecha.

Hay más. Seguro. Honor y esas otras cosas chulas, podríamos seguir hablando de lo maravillosos que son los amigos, que joder, que lo son, sin bromas. Yo estoy seguro de que tengo buenos amigos. Una gran amiga muy cerca de mí, un par de buenos amigos por aquí cerquita, alguna por la capital, alguno por los USA, alguno por Andalucía... Joder, estoy pensando, que los buenos amigos que tengo están en la distancia... Ay que eso me da mala espina...

Pero bueno, qué vamos a hacerle, esto funciona así, y hay que disfrutarlo porque a fin de cuentas, "la vida son cuatro días"


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viernes, 7 de mayo de 2010

Los niños y las mascotas

Qué encantador es ver a un niño ante una tienda de animales. Mira los conejitos, las ratitas, los perros, los gatos... Su cara se llena de ilusión. Una sonrisa...

Yo recuerdo perfectamente mi niñez. Cada vez que, por algún motivo, iba con mis padres a algún sitio en el que había una tienda de animales, se repetía la misma estampa. Me quedaba alucinado viendo aquellos bichitos. Joer, cómo me gustaban. Los miraba, los inspeccionaba y, finalmente, elegía... "Ese, quiero ese mamá"...

Te puedes imaginar lo que pasaba a continuación:

"Ese mamá"
"No"
"Si, mamá, mira qué bonito es"
"No"
"Mamá, que sí, que te juro por mis clicks (ahora les llaman playmobil) que me portaré bien"
"Que no"
"Mamá, si es precioso"
"No, tengo que cuidarlo yo"
"Que no mamá, que lo cuidaré yo"
"No"
"Si"
"No"

Aquí arranca el berrinche, claro. Nos poníamos a llorar, a gritar, a patalear... Y a diferencia de hoy día, en que si hacemos algo parecido, nuestros hijos nos pueden meter un pleito y dejarnos con lo puesto, me soltaba un collejón, y la única mascota que me llevaba era la colleja caliente y a una madre con unos morros que llegaban hasta el suelo diciendo que no se podía salir conmigo...

Pero también hay niños grandes. Tendrías que ver cómo está un amigo (no voy a decir su nombre por mantenerlo en el economato, porque Xavi no quiere que nadie se entere de lo de la gatita). Ayer, mientras comíamos, el tío estaba emocionadísimo con la gata, joer, y eso que no la tiene todavía. Está poniendo hasta notitas en el facebook sobre la gata... Vamos, como diría otro Javi... Mmmmmmuy maricón...

En casa tenemos peces y tortugas... Bueno, teníamos... El miércoles, un niño que vive aquí al lado, tuvo la genial idea de regalar gusanos de seda a los críos. A mí me parece bien. Me encantan los bichos. Siempre me han gustado, vuelen, repten, corran o naden... Cualquier bicho me gusta. Me hace ilusión verles con ellos, aunque un día de estos, nos salimos de casa, porque las tortugas están enormes. Han llegado a tal punto, que me echan del sofá para ver la tele. Se me beben las cervezas, y a ver quien les dice algo, se encierran en sí mismas, y ya no hay tu tía. Es la ventaja de tener caparazón y cuello retráctil... Joer, esto me recuerda a lo del tío, la novia y hacer "la tortuga" en pelotas... Bueno, nada... lo dejo...

Pues bien, con lo de los gusanos de seda, explicándoles todo el ciclo a los niños, he llegado al punto intermedio entre gusano y mariposa... Sabes cuál es, ¿no?

Claro, va el niño y me dice: "Papi, has dicho capullo". Joder, y yo, lo pienso y digo, "pues sí", y claro, entonces me he metido en un lío del que nos sabía cómo salir, porque el niño me preguntaba "Pero, entonces, ¿se puede decir capullo o no?" Y claro, yo le explicaba que si se trata de los gusanos de seda, pues que sí, pero ya está... Y entonces me ha salido con las rosas, y ahí, le he tenido que decir que también se podía decir en el caso de las flores... Los gusanos se convierten en capullos, las plantas tienen capullos y... mirando a algunos que tengo alrededor, me doy cuenta de que las madres tienen niños que se convierten en capullos, aunque en esos casos, suele ser un estado definitivo, como máximo se convierten en capullos y mariposones al mismo tiempo, pero esto ya es harina de otro costal...

Todo esto venía al caso de las mascotas, ¿no?, pues ahí queda eso...

Que vaya bonito,


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jueves, 6 de mayo de 2010

La peluquería, segunda parte

Sí. Hoy he experimentado otra nueva sensación. Un nuevo capítulo en lo que se refiere a peluquerías. Una vez pasado por el barbero y la peluquería unisex de mi madre, ya sólo me faltaba una cosa por probar: la peluquería de diseño de mi novia.

La verdad es que no me he resistido mucho. Después otra bronca el fin de semana de todos los componentes de mi família para que probara otra peluquería, he decidido que era la hora.

Como buen techie, el primer paso fue buscar en google opiniones sobre la peluquería. Dos opiniones de chicos. Uno la dejaba muy bien; el otro echaba pestes y terminaba con una gran frase: "¡Nunca dejar cortarse el pelo por un calvo!". A todo esto le he dicho a mi novia que como se me acercara el calvo me iba.

Llegamos a la peluquería. Un sitio imponente. Una única sala enorme. Muy espacioso, techos altísimos. Minimalista. Sofás para esperar. Grandes espejos. Muy pocas sillas, 2 peluqueras, una jefa. Me indican que pase.

Para empezar me colocan en una silla como si me fueran a cortar la cabeza por el pescuezo. Luego compruebo que lo que querían hacerme era lavarme el pelo. Y yo pensando: joder, si vengo recién duchado, ¿tan mal lo llevo?. Jugamos al agua fría y caliente, me lava el pelo con jabón. Para mí esa situación ha sido incomoda, qué le voy a hacer. Una señora desconocida tocándome el pelo, intentando que me relajara haciendo masajes circulares con los dedos en mi pelo. Y yo preocupado por no desnucarme.

Una vez limpio, me hacen pasar al departamento del corte. Me pongo en manos de "La jefa". Empieza a cortarme, a preguntar como lo quiero. Esta vez no se me escapa: "Lo de siempre". Pero sigo con mi "Pues corto, que empieza el calorcito". Le comento que soy el cliente perfecto, que como me tengo que quitar las gafas, no veré nada de lo que haga, así que me encomiendo a sus manos.

"Las patillas así finitas ya no se llevan". ¡Coño! A ver si me quiere convertir en Curro Jiménez. Y pienso: "No, que yo no tengo su trabuco". Fuera coñas, estaba ante la primera vez que me asesoraban estéticamente. Yo no sabía si tomármelo bien o mal. Le vuelvo a reiterar que estoy en sus manos, que la única que se iba a quejar en caso que no le gustara, iba a ser mi novia. Que ya lidiaría con ella más tarde.

Después sigue la jefa corta que te corta. Yo con mi miopía, lo único que diviso es que la frente me ha crecido unos centímetros. Y joder, asustado pienso que esto es el principio. El principio del fin de mi pelo. Ahora ya sólo quedará raparme la cabeza para no parecer calvo. Después he comprobado que era una paranoia mía, ya que cuando me he puesto las gafas me he visto muy bien. Incluso parecía que tuviera más pelo. Qué cosas.

Me hacen pasar ooootra vez por la sección que he denominado de "manoseo mojado". Otra señorita me ha vuelto a mojar el pelo, y me ha enjabonado la cabeza. Ésta se ha esmerado en el masaje. Sólo ha faltado que me dieran un café con leche para que todo fuera perfecto. Y después de secarme y mandarme otra vez al departamento de corte para ponerme abrillantador en el pelo. Yo pensaba que eso sólo existía para los coches y los parqueses. Pero he salido contento.

La cosa ha salido más cara que en los otros sitios, pero rápidamente me he convencido que vale la pena pagar este servicio. Aunque sea por no esperar una hora para que me corten el pelo mientras oigo a las marujas del pueblo.

Espero que éste sea el último post sobre las peluquerías. Ya que si tengo que hacer otro, ya sólo va a ser para retransmitir cómo me han rapado la cabeza al 0. Que coño, ya lo sé, mi padre es calvo. Así que tarde o temprano lo acabaré siendo yo también. Así que a disfrutar de mi pelo mientras pueda, que la vida son ¡cuatro días!


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domingo, 2 de mayo de 2010

Cuando los niños no vienen, experiencias masculinas

Tener hijos es lo más bonito del mundo... ¿no?

Yo creo que sí, vamos, estoy seguro. El día en que decides, con tu pareja, que ha llegado el momento, es genial... Esa noche, todo es perfecto, velitas, cena romántica, un poquito de jazz, ropa sexy... Paro. No quiero seguir pensando en ello, que me pongo... contento.

Hay parejas que se tiran así unos meses. Joer que meses. Hasta que ya pasa el tiempo prudencial marcado por la revista cosmopolitan y entonces empiezas a usar los trucos de cualquier publicación que cae en vuestras manos. Que si hay que dejar unos días. Controlar la temperatura. Quedarse en una postura extraña un rato...

Si cosmopolitan no te ayuda, entonces ya entras en una dinámica de caída en barrena de la que no te salva ni tu mejor amigo en un día de Barça-Madrid. Si toca... toca... punto. Estás currando y te llama tu mujer. Oye, ahora o nunca. Sales corriendo, salvando todo tipo de obstáculos, dando excusas inverosímiles a tu jefe de las que luego ni te acordarás. Unos nervios en la caravana que te chupas para llegar a casa... Jodeeeeeer... Llegas. Abres la puerta. "¡Cariño, ya estoy en casa!". Ella está en el dormitorio, te acercas, te vas quitando la ropa, te das una hostia de tres pares de cojones contra el marco de la puerta cuando intentas quitarte los pantalones y se te quedan enganchados en los pies... Y allí, está ella, como vino al mundo... Venga... Sin detalles...

Sin darte cuenta, acabas en una clínica en la que te piden millones de pruebas, entre ellos, lo que se viene llamando un seminograma. Entro luego en detalles de cómo conseguir la muestra, aunque en este caso el trabajo lo llevé hecho de casa. Lo bueno fue ir a recoger los resultados y encontrarme allí a una chica a la que conocía desde que era prácticamente un bebé... Ya me conoces, soy tímido, y ahí me corté tela... Jodeeeer. Claro, la primera pregunta que me hace la colega es "¿Qué haces aquí?"... ¿Ahí qué contestas? Pues con toda la naturalidad del mundo le dices a lo que vas, y punto...

Pero el peor momento para un tío, es, sin duda, el día que vas a hacer la in-vitro. Tu "material" tiene que ser "fresco", lo que significa que cuando ella ya está preparada, tumbada boca arriba, en esa postura tan... tan.... eso... tú tienes que ponerte manos a la obra.

Si la situación se inicia con una chica de buen ver, con un bote de plástico en la mano, y te acompaña hasta los servicios, te da el bote en mano, te sonríe y te dice, "Te espero aquí"... se te caen los huevos al suelo... En el lavabo, todo blanquito y bonito, unas revisas con chicas ligeritas de ropa, nada de vídeos porno ni revistas, revistas light.

Te ubicas, sentado, con la enfermera en la puerta, el bote en la mano, las revistas, tu mujer esperando, la doctora esperando, todo el mundo pendiente de tu... bueno, pendiente de ti... Que bochornazo...

Sales, le das el bote en mano, ella lo coge con toda naturalidad, tú le sueltas un "no ha salido más", ella lo mira, te sonríe... Hostias nen, es que posiblemente sea el peor acto en solitario de tu vida...

Por suerte, y después de uno o más intentos, soltando una pasta, consigues tu objetivo, uno o dos churumbeles que te alegrarán el resto de tu vida... Y por supuesto, un trauma de tres pares de cojones que no te quita ni el mejor psicólogo del mundo...

Que te vaya bonito,

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martes, 27 de abril de 2010

El Intenné

Internet está en boca de todos, no es lo único, pero lo está. Ya hay un sinfín de personas en el mundo que lo usan como herramienta de trabajo, en el peor de los casos, o para descargar música y pornografía (en el mejor de ellos) para amargura de la SGAE (ahora es cuando nos cierran el chiringuito).

Todo el mundo se va apuntando a esta moda. Ahora, hasta mi madre está haciendo un curso de iniciación a Internet. Tiene cojones la cosa. Estamos enganchados a la Red. Los expertos en la materia hablan de una adicción a Internet.

Mi madre se va a hacer adicta, lo tengo claro, cuando vea el mundo que se va a abrir ante sus ojos. Yo sé que en el fondo, lo único que quiere es ver lo bien que escribe su hijo, pero cuando vea la realidad será entonces y sólo entonces, cuando dará el salto al resto de maravillas que le van a ofrecer. Aunque para serte sincero, no imagino a mi madre chatear con su hermana usando el Messenger, y tampoco la veo enviando correos electrónicos de esos de las cadenas, en las que si no envías un correo electrónico, mueres en menos de quince días sin sexo, sin dinero, sin amigos, con la lepra, el sida, ciego, mudo, sordo, gordo y odiado por toda tu familia.

Al parecer hay personas para las cuales lo más importante de su vida es Internet. Yo siempre había creído que lo más importante era el sexo. Siempre te dicen aquello de “ya estás pensando en lo único” (sexo). Yo, por ejemplo, cuando digo algo, sea lo que sea, alguien a mi alrededor está interpretándolo como algo relativo al sexo. Que digo “Jo, vaya par de tetas que tiene esa”, ya está, sexo, no piensan que estoy dando una opinión puramente objetiva, sin sesgarla con ningún otro tipo de pensamiento subjetivo. Ya está, es un comentario sexista…. A lo que voy, esas personas para las cuales lo más importante es Internet, parece que empiezan a desarrollar algunas particularidades en su comportamiento que te hacen darte cuenta de ello. Por ejemplo, ¿tienes iPod o iPhone? ¿A que te lo llevas al lavabo cuando vas a sentarte al trono? Reconócelo, eres un adicto a Internet.

A esas personas, parece que se les modifica el humor. Sólo sonríen o son felices si están conectados a la red. A su Facebook, Twitter, Myspace, Gmail… Para el resto de actividades, cero patatero. Cara larga, todo le aburre. Pero claro, Internet te lo da todo… Sexo cibernético, es decir y citando al incombustible Woody Allen, hacer el amor con la persona a la que más quieres mientras ves vídeos porno. Que sí, que lo sabemos, que tú le preguntas a quien quieras y nadie lo hace, nadie se baja videos porno de Internet. Quieres música, tienes música. En este caso también hay otro tipo de cibersexo, porque sabes que estás jodiendo a los de la SGAE.

Pero no olvidemos todo lo que nos ha dado Internet. Antes, para ver a gente como tú y como yo, bueno, como tú, haciendo un ridículo espantoso mientras bailaban en una boda o montaban en bicicleta o en una piscina, teníamos que ver aburridos programas de televisión presentados por una tía impresionante, porque la tía, habitualmente era cañón. Ahora, sólo tienes que conectarte al “yutub” y tienes infinidad de vídeos de esos y, si quieres, pues en otras webs tienes a las macizorras y macizorros impartiendo enseñanzas de las que llevarían hace años dos rombos arriba a la izquierda.

Ya no te cuento lo que ha ayudado Internet al reconocimiento de esos personajillos que han saltado a la fama con un vídeo del tipo “contigo no bicho”. En Internet está todo. Que hay una discusión en casa sobre los ingredientes para hacer el pan de las hostias, te conectas a Internet… Antes, si discutías sobre eso, te soltaban el ingrediente único, o sea, una hostia, y ahí se acababa todo, por lo que Internet ayuda a mantener la paz en casa. Por cierto, has visto el vídeo de la tía que la “ha liado parda”?

Deberíamos hacer una oda a internet, que nos ayuda a estar unidos en la distancia, nos permite borrarnos del canal plus y, a algunos, no tener que comprarse nunca más un CD de música porque ya está pagando el impuesto revolucionario en la conexión de ADSL, el ordenador, el mp3 y a saber cuántas cosas más…

Nos vemos en el Facebook…

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sábado, 24 de abril de 2010

La camilocura

Olvidémonos. Que no nos engañen ni nos embauquen. Ni el Corte Inglés, ni Tomás Molina tienen razón. Ayer, 23 de abril empezó la primavera. Ese día tan esperado por todos, la gran tradición catalana del libro y la rosa. ¡Mentira!

El día 23 de abril, Sant Jordi, es el día oficial de la Camilocura. ¿No habéis oído hablar de él? No os preocupéis, yo daré luz a vuestra ignorancia. El día de la camilocura es el pistoletazo real que da salida a la primavera.

Las primeras camisetas, tirantes, ombligos y escotes asoman por las calles. Es el día que todo hombre espera desde el ya lejano mes de septiembre. Son muchos meses viendo abrigos, jerseys y los tan odiados pañuelos que siempre tapan lo que no deben tapar.

¡Sí amigos! ¡La camilocura ha llegado! Fácilmente se puede comprobar como el humor de cualquier hombre mejora en estas fechas. Y sí, le apetece salir a pasear; sí, le apetece ir de compras y sí, le apetece celebrar el día de la camilocura.

A partir de este 23 de abril, empiezan los meses de bonanza, que se alargarán hasta los ahora también lejanos septiembre y quizás octubre. ¡Meses de escotes, shorts y ombligos nos esperan! Y ya desde hace unos años, un nuevo elemento de distracción se ha unido, al ya impresionante elenco existente: el tanga. ¡Aarghh! ¡Maldita herramienta de perversión!

Desde aquí quiero pedir públicamente perdón a todas nuestras novias/mujeres por todos los momentos de distracción venideros. Se van a dar, sí. Y no lo podemos evitar, no. No es culpa nuestra, como hombres, las mujeres nos gustáis. Nos gustáis muchísimo. Y no debemos dejar de contemplar la mejor obra de arte jamás creada, que es la mujer. Por la que cada día que pasa le damos gracias al Señor (no a Dios, si no al señor H&M y Bershka) por concedernos este placer para los sentidos.

Aquí termina mi oda a la camilocura. Aprovechad, que el verano ¡también son cuatro días!

¡Visca Sant Jordi!

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miércoles, 21 de abril de 2010

Mi primer procesador de textos

Estoy yo pensando ahora, mientras escribo con mi procesador de textos, cómo hacía yo mis trabajos del cole. Si eres de mi quinta, seguro que tú también te acuerdas.

Yo digo que fue mi primer procesador de textos. No se llamaba Word, ni si quiera Word Perfect, ni WordStart (este es para nota), su nombre era “Lettera 35”. Joder, que recuerdos me trae.

Era de un color crema. Con sus teclas blancas. Su teclita roja… Ummmmm.

Ponerse a escribir era toda una fiesta. La sacabas de su caja negra, que pesaba un huevo, la ponías sobre la mesa. Sonaba a muelles, por todos los que llevaba dentro. Desplegabas la palanca aquella con la que desplazabas el carro… Pero antes lo desbloqueabas…

Cogías el fólio blanco, ponías los márgenes. Carro para la derecha. Pones el margen. Presionabas la pieza metálica del carro y se iba cagando hostias a la derecha… Clinc… Jodeeeeer, casi te pasabas… Ponías el margen….

Te la mirabas. El papel colgando por detrás. Todavía blanco. Veías tu cajita naranja de tippex pegada arriba a la derecha, con los papelitos, los del principio ya con alguna letra marcada… ¿No te estás poniendo romántico?

Ahí empezaba el baile de teclas… Ibas escribiendo… Las secretarias, con un solo dedo… Qué grande. Las veías, rápidas ellas, con los dedos índices de sus manos, con aquellas uñas súper cuidadas. Era casi incomprensible. A veces se equivocaban, usaban el tippex, pero ellas el líquido, con el botecito….

Ibas escribiendo, mirando o sin mirar, eso ya dependía de si tu padre se había gastado la pasta o no en llevarte a los geniales cursos de mecanografía en los que las muy jodías no tenían las letras pintadas. Tenías un póster en la pared, que si te tocaba lejos y eras miope como yo, no veías un pijo, e ibas inventando… Recuerdo al profe… “Las manos al vuelo, al vuelo”, y yo, joder, pensaba, qué quiere este tío??? Que haga una palomita??? Que las levante??? Que manía con hacer que las manos vuelen??? Me veías haciendo el pájarito allí, batiendo mis brazos cual alas de paloma… Diossss, qué ridídulo.

A lo que iba. Escribías, cuando ibas llegando al margen derecho, una amable campanita te avisaba de que se te acababa el papel. Llegaba el gran momento de la decisión… ¿Qué hago? ¿Un guión? ¿Me arriesgo y sigo? Lo malo es que la muy jodía, si llegabas al final y eras muy rápido como yo (sí, mi padre me pagó el curso y además, yo iba) metías cuatro o cinco letras… Tenías que poner el papelito, era pobre y no tenía líquido, e ir pulsando las letras que recordabas, hasta dejar un pegote allí blanco, que se notaba tela.

El retroceso… Uuuuuuuy… Eso si que daba juego. Que te equivocabas. Retroceso, tippex, letra, retroceso, la buena… Juas…. Y para la negrita… Oye, que yo ya hacía negrita con mi máquina de escribir. La pulsaba a medias, la de retroceso, y eso hacía que cuando pulsabas la letra que correspondía, el carro no avanzaba, así, pulsabas dos o tres veces y ya tenías la negrita…

Oye, y ¿te acuerdas de los colores? Entonces no había tanta mariconada. Negro y Rojo. Punto. Y además, rojo puta, perdón. Y cuando se acababa, venga, a comprar otro rollo… Era súper molón…

Para ir acabando, recordar el momento de empezar una nueva línea. Te quedaba a la derecha. Una palanquita. Tenía una ruedecita donde seleccionabas el interlineado, es decir, el número de líneas en blanco a dejar entre las escritas… Pues eso, ponías tu mano en la palanquita, así, en vertical, la movías hacia la izquierda… Jo… Le dabas con una mala leche cuando ibas con prisas… Jodeeeeer… Que manera de hacer escándalo…

Bueno, otro día, hablaremos de las máquinas de escribir eléctricas… Ese si que fue el primer procesador de textos… Pero hoy, ya no me apetece…

Disfruta del vídeo de Jerry Lewis, a mí, siempre me ha gustado…



Que lo escribas bien,

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domingo, 18 de abril de 2010

Qué fácil es ser feliz

Me comentaba el otro día un amigo lo deprimido que se encontraba, que las cosas no le iban bien… Me decía, además, que para colmo, su mujer estaba en ese momento del mes y le cambiaba el humor tanto, que todavía se sentía más jodido…

Antes de seguir, quiero resaltar que para nada estoy criticando a las mujeres, ni voy a soltar el topicazo de “¿Estás con el periodo, verdad? Afortunadamente, soy un tío con estudios (al menos unas cuantas asignaturas de la carrera de Biología, como Anita) y conozco perfectamente la jugarreta hormonal que sufren las mujeres en su pago a plazos… ¿No me digas que no lo sabes? Claro, cuando Eva le dio a probar la manzana a Adán, el primer tontorrón de la existencia, Dios le dijo que lo pagaría con su sangre, a lo que ella le contestó con una pregunta: “¿Puedo pagarte a plazos?”…

Bueno. Vale. Lo dejo, ahí no he estado bien, pero tenía que soltarlo.

Retomando el tema de mi amigo, le dije que no podía creerme nada de lo que me decía. Le pregunté que si veía la tele, y me dijo que sí. Joder, pues entonces no lo entiendo… Si ves la misma tele que yo, es imposible que seas infeliz.

En primer lugar, a tu mujer, dile que deje de hacer teatro, por que las mujeres se sienten felices… Sólo hay que ver los anuncios de la tele, en que salen mujeres estupendas, bailando, de fiesta… Ninguna está de mala leche, todo lo contrario, joder, si lo dicen ellas “Hoy me siento bien por ser mujer”… ¡Venga ya!, no nos van a mentir esas tiparracas tan molonas ¿no?

Arreglado el tema de su mujer, me propuse a arreglarle el resto de cosas que le hacían ser infeliz, bueno, yo le iba haciendo preguntas…

“¿Vas bien por la mañana?”. Su respuesta fue negativa… Claaaaaro, no tomas All-Bran… Joder, Hay que ser un descerebrado para no ser feliz tomando All-Bran. Incluso la pareja más tostón y más cabreada de este mundo, se convierte en la más feliz del mundo con solo tomar All-Bran. Ir bien de vientre es la piedra angular para la felicidad de cualquier pareja. Si es que no nos lo cuentan todo en el cole. A ver, ¿por qué a mí nadie me dijo nada de eso…? ¿Por qué nadie me dijo “Alex, tú caga cada mañana, y caga bien, que verás como tu pareja te lo agradece…”?. Pero cuidado, que si sólo es uno el que va bien, y su pareja tampoco recibió esa información, en vez de entrar y darle un beso y decirle lo contenta que está, sólo suelta un “Joder, ¿qué has comido? Qué pestazo macho…”.

Le pregunté si tenía curro, también me dijo que no… “A ver, piltrafilla, ¿vas a entrevitas?” Su respuesta, esta vez fue positiva, y le hice la pregunta que sabía que era la correcta… “¿Y te pones Vispring en los ojos?”… Joder, ¿te puedes creer que no usa Vispring? Pero chaval, si está claro que usando Vispring tienes un 100% de posibilidades de que te den el trabajo… Si ni siquiera te van a hacer preguntas… Vas a entrar ahí, van a ver el color blanco inmaculado de tus ojos, y te van a dar el mejor curro de la empresa del tirón. Ya te puedes ir de fiesta, beber como un cerdo, fumar como un carretero y meterte de todo en el cuerpo… Vispring, y vida solucionada…

El último punto… Me decía se hacía viejo… Jodeeeeer, pero si tienes mi edad tío… y mírame, estoy hecho un yogurín… (bueno, cada uno o una que piense lo que quiera, yo me siento así, sobre todo después de llegar a lo que llegué en tiempos pasados)… Joder nene, lo que tienes que hacer es ducharte con jabón Dove, que te deja la piel como la de un niño, suavecita, suavecita… vamos, culito de bebé… Ya verás, te sentirás…. Mmmmmm...

En conclusión, si a todo eso le añades un Baileys, con la piba o el pibe que aparecen, una cocacola en navidad y, of course, te compras desdodante AXE… Si te deprimes, es que eres gilipollas y un descerebrado, ¿o no?

Encima, te sale por menos de 20 EUR ser feliz... ¡¡¡Si es que... es tan fácil!!!

Que te vaya muy bonito,

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