martes, 27 de abril de 2010

El Intenné

Internet está en boca de todos, no es lo único, pero lo está. Ya hay un sinfín de personas en el mundo que lo usan como herramienta de trabajo, en el peor de los casos, o para descargar música y pornografía (en el mejor de ellos) para amargura de la SGAE (ahora es cuando nos cierran el chiringuito).

Todo el mundo se va apuntando a esta moda. Ahora, hasta mi madre está haciendo un curso de iniciación a Internet. Tiene cojones la cosa. Estamos enganchados a la Red. Los expertos en la materia hablan de una adicción a Internet.

Mi madre se va a hacer adicta, lo tengo claro, cuando vea el mundo que se va a abrir ante sus ojos. Yo sé que en el fondo, lo único que quiere es ver lo bien que escribe su hijo, pero cuando vea la realidad será entonces y sólo entonces, cuando dará el salto al resto de maravillas que le van a ofrecer. Aunque para serte sincero, no imagino a mi madre chatear con su hermana usando el Messenger, y tampoco la veo enviando correos electrónicos de esos de las cadenas, en las que si no envías un correo electrónico, mueres en menos de quince días sin sexo, sin dinero, sin amigos, con la lepra, el sida, ciego, mudo, sordo, gordo y odiado por toda tu familia.

Al parecer hay personas para las cuales lo más importante de su vida es Internet. Yo siempre había creído que lo más importante era el sexo. Siempre te dicen aquello de “ya estás pensando en lo único” (sexo). Yo, por ejemplo, cuando digo algo, sea lo que sea, alguien a mi alrededor está interpretándolo como algo relativo al sexo. Que digo “Jo, vaya par de tetas que tiene esa”, ya está, sexo, no piensan que estoy dando una opinión puramente objetiva, sin sesgarla con ningún otro tipo de pensamiento subjetivo. Ya está, es un comentario sexista…. A lo que voy, esas personas para las cuales lo más importante es Internet, parece que empiezan a desarrollar algunas particularidades en su comportamiento que te hacen darte cuenta de ello. Por ejemplo, ¿tienes iPod o iPhone? ¿A que te lo llevas al lavabo cuando vas a sentarte al trono? Reconócelo, eres un adicto a Internet.

A esas personas, parece que se les modifica el humor. Sólo sonríen o son felices si están conectados a la red. A su Facebook, Twitter, Myspace, Gmail… Para el resto de actividades, cero patatero. Cara larga, todo le aburre. Pero claro, Internet te lo da todo… Sexo cibernético, es decir y citando al incombustible Woody Allen, hacer el amor con la persona a la que más quieres mientras ves vídeos porno. Que sí, que lo sabemos, que tú le preguntas a quien quieras y nadie lo hace, nadie se baja videos porno de Internet. Quieres música, tienes música. En este caso también hay otro tipo de cibersexo, porque sabes que estás jodiendo a los de la SGAE.

Pero no olvidemos todo lo que nos ha dado Internet. Antes, para ver a gente como tú y como yo, bueno, como tú, haciendo un ridículo espantoso mientras bailaban en una boda o montaban en bicicleta o en una piscina, teníamos que ver aburridos programas de televisión presentados por una tía impresionante, porque la tía, habitualmente era cañón. Ahora, sólo tienes que conectarte al “yutub” y tienes infinidad de vídeos de esos y, si quieres, pues en otras webs tienes a las macizorras y macizorros impartiendo enseñanzas de las que llevarían hace años dos rombos arriba a la izquierda.

Ya no te cuento lo que ha ayudado Internet al reconocimiento de esos personajillos que han saltado a la fama con un vídeo del tipo “contigo no bicho”. En Internet está todo. Que hay una discusión en casa sobre los ingredientes para hacer el pan de las hostias, te conectas a Internet… Antes, si discutías sobre eso, te soltaban el ingrediente único, o sea, una hostia, y ahí se acababa todo, por lo que Internet ayuda a mantener la paz en casa. Por cierto, has visto el vídeo de la tía que la “ha liado parda”?

Deberíamos hacer una oda a internet, que nos ayuda a estar unidos en la distancia, nos permite borrarnos del canal plus y, a algunos, no tener que comprarse nunca más un CD de música porque ya está pagando el impuesto revolucionario en la conexión de ADSL, el ordenador, el mp3 y a saber cuántas cosas más…

Nos vemos en el Facebook…

Seguir leyendo...

sábado, 24 de abril de 2010

La camilocura

Olvidémonos. Que no nos engañen ni nos embauquen. Ni el Corte Inglés, ni Tomás Molina tienen razón. Ayer, 23 de abril empezó la primavera. Ese día tan esperado por todos, la gran tradición catalana del libro y la rosa. ¡Mentira!

El día 23 de abril, Sant Jordi, es el día oficial de la Camilocura. ¿No habéis oído hablar de él? No os preocupéis, yo daré luz a vuestra ignorancia. El día de la camilocura es el pistoletazo real que da salida a la primavera.

Las primeras camisetas, tirantes, ombligos y escotes asoman por las calles. Es el día que todo hombre espera desde el ya lejano mes de septiembre. Son muchos meses viendo abrigos, jerseys y los tan odiados pañuelos que siempre tapan lo que no deben tapar.

¡Sí amigos! ¡La camilocura ha llegado! Fácilmente se puede comprobar como el humor de cualquier hombre mejora en estas fechas. Y sí, le apetece salir a pasear; sí, le apetece ir de compras y sí, le apetece celebrar el día de la camilocura.

A partir de este 23 de abril, empiezan los meses de bonanza, que se alargarán hasta los ahora también lejanos septiembre y quizás octubre. ¡Meses de escotes, shorts y ombligos nos esperan! Y ya desde hace unos años, un nuevo elemento de distracción se ha unido, al ya impresionante elenco existente: el tanga. ¡Aarghh! ¡Maldita herramienta de perversión!

Desde aquí quiero pedir públicamente perdón a todas nuestras novias/mujeres por todos los momentos de distracción venideros. Se van a dar, sí. Y no lo podemos evitar, no. No es culpa nuestra, como hombres, las mujeres nos gustáis. Nos gustáis muchísimo. Y no debemos dejar de contemplar la mejor obra de arte jamás creada, que es la mujer. Por la que cada día que pasa le damos gracias al Señor (no a Dios, si no al señor H&M y Bershka) por concedernos este placer para los sentidos.

Aquí termina mi oda a la camilocura. Aprovechad, que el verano ¡también son cuatro días!

¡Visca Sant Jordi!

Seguir leyendo...

miércoles, 21 de abril de 2010

Mi primer procesador de textos

Estoy yo pensando ahora, mientras escribo con mi procesador de textos, cómo hacía yo mis trabajos del cole. Si eres de mi quinta, seguro que tú también te acuerdas.

Yo digo que fue mi primer procesador de textos. No se llamaba Word, ni si quiera Word Perfect, ni WordStart (este es para nota), su nombre era “Lettera 35”. Joder, que recuerdos me trae.

Era de un color crema. Con sus teclas blancas. Su teclita roja… Ummmmm.

Ponerse a escribir era toda una fiesta. La sacabas de su caja negra, que pesaba un huevo, la ponías sobre la mesa. Sonaba a muelles, por todos los que llevaba dentro. Desplegabas la palanca aquella con la que desplazabas el carro… Pero antes lo desbloqueabas…

Cogías el fólio blanco, ponías los márgenes. Carro para la derecha. Pones el margen. Presionabas la pieza metálica del carro y se iba cagando hostias a la derecha… Clinc… Jodeeeeer, casi te pasabas… Ponías el margen….

Te la mirabas. El papel colgando por detrás. Todavía blanco. Veías tu cajita naranja de tippex pegada arriba a la derecha, con los papelitos, los del principio ya con alguna letra marcada… ¿No te estás poniendo romántico?

Ahí empezaba el baile de teclas… Ibas escribiendo… Las secretarias, con un solo dedo… Qué grande. Las veías, rápidas ellas, con los dedos índices de sus manos, con aquellas uñas súper cuidadas. Era casi incomprensible. A veces se equivocaban, usaban el tippex, pero ellas el líquido, con el botecito….

Ibas escribiendo, mirando o sin mirar, eso ya dependía de si tu padre se había gastado la pasta o no en llevarte a los geniales cursos de mecanografía en los que las muy jodías no tenían las letras pintadas. Tenías un póster en la pared, que si te tocaba lejos y eras miope como yo, no veías un pijo, e ibas inventando… Recuerdo al profe… “Las manos al vuelo, al vuelo”, y yo, joder, pensaba, qué quiere este tío??? Que haga una palomita??? Que las levante??? Que manía con hacer que las manos vuelen??? Me veías haciendo el pájarito allí, batiendo mis brazos cual alas de paloma… Diossss, qué ridídulo.

A lo que iba. Escribías, cuando ibas llegando al margen derecho, una amable campanita te avisaba de que se te acababa el papel. Llegaba el gran momento de la decisión… ¿Qué hago? ¿Un guión? ¿Me arriesgo y sigo? Lo malo es que la muy jodía, si llegabas al final y eras muy rápido como yo (sí, mi padre me pagó el curso y además, yo iba) metías cuatro o cinco letras… Tenías que poner el papelito, era pobre y no tenía líquido, e ir pulsando las letras que recordabas, hasta dejar un pegote allí blanco, que se notaba tela.

El retroceso… Uuuuuuuy… Eso si que daba juego. Que te equivocabas. Retroceso, tippex, letra, retroceso, la buena… Juas…. Y para la negrita… Oye, que yo ya hacía negrita con mi máquina de escribir. La pulsaba a medias, la de retroceso, y eso hacía que cuando pulsabas la letra que correspondía, el carro no avanzaba, así, pulsabas dos o tres veces y ya tenías la negrita…

Oye, y ¿te acuerdas de los colores? Entonces no había tanta mariconada. Negro y Rojo. Punto. Y además, rojo puta, perdón. Y cuando se acababa, venga, a comprar otro rollo… Era súper molón…

Para ir acabando, recordar el momento de empezar una nueva línea. Te quedaba a la derecha. Una palanquita. Tenía una ruedecita donde seleccionabas el interlineado, es decir, el número de líneas en blanco a dejar entre las escritas… Pues eso, ponías tu mano en la palanquita, así, en vertical, la movías hacia la izquierda… Jo… Le dabas con una mala leche cuando ibas con prisas… Jodeeeeer… Que manera de hacer escándalo…

Bueno, otro día, hablaremos de las máquinas de escribir eléctricas… Ese si que fue el primer procesador de textos… Pero hoy, ya no me apetece…

Disfruta del vídeo de Jerry Lewis, a mí, siempre me ha gustado…



Que lo escribas bien,

Seguir leyendo...

domingo, 18 de abril de 2010

Qué fácil es ser feliz

Me comentaba el otro día un amigo lo deprimido que se encontraba, que las cosas no le iban bien… Me decía, además, que para colmo, su mujer estaba en ese momento del mes y le cambiaba el humor tanto, que todavía se sentía más jodido…

Antes de seguir, quiero resaltar que para nada estoy criticando a las mujeres, ni voy a soltar el topicazo de “¿Estás con el periodo, verdad? Afortunadamente, soy un tío con estudios (al menos unas cuantas asignaturas de la carrera de Biología, como Anita) y conozco perfectamente la jugarreta hormonal que sufren las mujeres en su pago a plazos… ¿No me digas que no lo sabes? Claro, cuando Eva le dio a probar la manzana a Adán, el primer tontorrón de la existencia, Dios le dijo que lo pagaría con su sangre, a lo que ella le contestó con una pregunta: “¿Puedo pagarte a plazos?”…

Bueno. Vale. Lo dejo, ahí no he estado bien, pero tenía que soltarlo.

Retomando el tema de mi amigo, le dije que no podía creerme nada de lo que me decía. Le pregunté que si veía la tele, y me dijo que sí. Joder, pues entonces no lo entiendo… Si ves la misma tele que yo, es imposible que seas infeliz.

En primer lugar, a tu mujer, dile que deje de hacer teatro, por que las mujeres se sienten felices… Sólo hay que ver los anuncios de la tele, en que salen mujeres estupendas, bailando, de fiesta… Ninguna está de mala leche, todo lo contrario, joder, si lo dicen ellas “Hoy me siento bien por ser mujer”… ¡Venga ya!, no nos van a mentir esas tiparracas tan molonas ¿no?

Arreglado el tema de su mujer, me propuse a arreglarle el resto de cosas que le hacían ser infeliz, bueno, yo le iba haciendo preguntas…

“¿Vas bien por la mañana?”. Su respuesta fue negativa… Claaaaaro, no tomas All-Bran… Joder, Hay que ser un descerebrado para no ser feliz tomando All-Bran. Incluso la pareja más tostón y más cabreada de este mundo, se convierte en la más feliz del mundo con solo tomar All-Bran. Ir bien de vientre es la piedra angular para la felicidad de cualquier pareja. Si es que no nos lo cuentan todo en el cole. A ver, ¿por qué a mí nadie me dijo nada de eso…? ¿Por qué nadie me dijo “Alex, tú caga cada mañana, y caga bien, que verás como tu pareja te lo agradece…”?. Pero cuidado, que si sólo es uno el que va bien, y su pareja tampoco recibió esa información, en vez de entrar y darle un beso y decirle lo contenta que está, sólo suelta un “Joder, ¿qué has comido? Qué pestazo macho…”.

Le pregunté si tenía curro, también me dijo que no… “A ver, piltrafilla, ¿vas a entrevitas?” Su respuesta, esta vez fue positiva, y le hice la pregunta que sabía que era la correcta… “¿Y te pones Vispring en los ojos?”… Joder, ¿te puedes creer que no usa Vispring? Pero chaval, si está claro que usando Vispring tienes un 100% de posibilidades de que te den el trabajo… Si ni siquiera te van a hacer preguntas… Vas a entrar ahí, van a ver el color blanco inmaculado de tus ojos, y te van a dar el mejor curro de la empresa del tirón. Ya te puedes ir de fiesta, beber como un cerdo, fumar como un carretero y meterte de todo en el cuerpo… Vispring, y vida solucionada…

El último punto… Me decía se hacía viejo… Jodeeeeer, pero si tienes mi edad tío… y mírame, estoy hecho un yogurín… (bueno, cada uno o una que piense lo que quiera, yo me siento así, sobre todo después de llegar a lo que llegué en tiempos pasados)… Joder nene, lo que tienes que hacer es ducharte con jabón Dove, que te deja la piel como la de un niño, suavecita, suavecita… vamos, culito de bebé… Ya verás, te sentirás…. Mmmmmm...

En conclusión, si a todo eso le añades un Baileys, con la piba o el pibe que aparecen, una cocacola en navidad y, of course, te compras desdodante AXE… Si te deprimes, es que eres gilipollas y un descerebrado, ¿o no?

Encima, te sale por menos de 20 EUR ser feliz... ¡¡¡Si es que... es tan fácil!!!

Que te vaya muy bonito,

Seguir leyendo...

sábado, 17 de abril de 2010

Liberar a Willy

Muy común es el recurrir a expresiones distintas para nombrar algo que puede ser malsonante y vulgar. Lo que se viene llamando eufemismo, vamos. Aunque hay gente muy contraria a usarlos escudándose detrás de la sentencia: "Las cosas se deben llamar por su nombre".

Yo opino todo lo contrario. Aunque depende del día, porque cierta bipolaridad, después de vivir con Àlex, se me ha pegado. Pero defenderé a muerte el buscar nombres graciosos para las acciones más comunes de la vida cotidiana.

Hoy me quiero centrar en el tema de la defecación. Alguien dirá: "¡Pues sí que recurre rápido al caca-culo-pedo-pis!". Pues sí, qué se le va a hacer. Es que el chiquito por escrito no me sale :P.

Así voy a repasar los términos más comunes que uso para determinar tal acción de "ir a cagar" (la verdad es que sí, queda feo de cojones así escrito). Seguro que os pueden ayudar a no tener que decir esa palabra tan malsonante y despertar cierta sonrisa en vuestros compañeros de trabajo. Sí, aviso a mis compañeros cuando voy al baño, no vaya a ser que alguien me eche de menos o que me quede encerrado. Ahí va:

- Liberar a willy (éste es mi preferido)
- Ir a darlo todo
- La tortuguita asoma la cabeza (razones obvias lo avalan)
- Es mi momento All-bran
- Ir a gestionar la herencia con tu abogado el Sr Roca
- Ir a soltar lastre
- Ir a descargar unos archivos / Ir a hacer un download all
- Ir a sentarse en el trono del rey
- Ir a plantar un pino (archiconocido)
- Ir a mandar un fax
- Ir a echar la carne en el asador
- Ir a fabricar muñecos sin cabeza
- Ir a reiniciar windows
- El perro asoma el hocico (la favorita de Àlex)
- Ir a hacer un exorcismo
- Ir a ensuciar la porcelana
- Ir a ver Chicago (me gusta especialmente)
- Ir a librerar a Nelson Mandela
- Si me buscáis estaré en mi despacho
- Ir a sacar a Obama de la casa Blanca

Estos más o menos son los términos que suelo usar yo. En caso que lo que deba salir sea, digamos importante, se puede recurrir a "Liberar a Willy 2", "Liberar a Mandela y su séquito" o "Se aproxima el Armaggedon".

Espero que hagáis buen uso de ello, la vida son cuatro días y uno fijo que nos lo pasamos..."firmando el convenio".

Seguir leyendo...

viernes, 16 de abril de 2010

Los Cumpleaños

Si hay algo que demuestra el paso del tiempo son los cumpleaños. Que palabreja. Repítela varias veces. Cumpleaños, cumpleaños, cumpleaños... Cumple-años. Sí, lo sé, soy un lince. Lo has visto.

Pues sí, bromas aparte, cumplir años pasa de ser uno de los acontecimientos más importantes en la vida de un niño, a amargarle la vida al más pintada y a la que, cuantos más cumple, más se pinta.

Porque, ¿te acuerdas cuando eras pequeño? Si eres de mi quinta, tiene que costarte poco, porque fue hace diez o doce años… o unos pocos más. En el caso de mi amigo Jose ya es diferente, porque él, por muchos años que pasen, sigue siendo pequeño.

Cuando eres un niño, el tema del cumpleaños es sagrado. Ya vas contando desde el minuto cero del día siguiente de tu último cumpleaños, los días que te quedan para el siguiente. Joder. Lo recuerdo como si fuera ayer. Si caía entre semana era brutal. El día anterior se lo ibas diciendo a todos los compis. “Eh, que mañana es mi cumple… Cumplo estos [aquí hacías un gesto con las manos]”. La sonrisa de oreja a oreja, esas que sabías que te iban a arrancar los muy animales. Pero todo te daba igual, porque ibas a ser el rey del día.


Te ibas a la cama la noche anterior con unos nerviossssss. Jo, te costaba dormirte lo que no estaba escrito. Preguntabas a papá…”¿Qué hora eeeees? Las nueve y media, duérmete.” A los tres minutos mal contados, volvías: ”¿Qué hora eeeees?” Y mi padre, en un alarde de aquellos que te confirman que “mi papá es el mejor”, paraba el tiempo y me decía lo mismo… que eran las nueve y media. Pensabas, “no puede ser, no pueden ser todavía las nueve y media”. En el mejor de los casos, y tras preguntar por la hora hasta diez veces, te amenazaban con no tener regalo al día siguiente, en el peor… dormías caliente. Como ahora, pero en otra versión menos sádica.

Te levantabas el primero por la mañana. Vamos, no había nadie despierto. Las calles no estaban ni puestas. Nadie se había enterado. No salía en las noticias. Pero vamos, si era mi cumple, cómo van a estar durmiendo… Pues a levantar a todo el mundo. “Mamá, mamá, que ya es mi cumple…” Ella, por supuesto, te felicitaba, te daba el mejor beso que pueden darte en la vida y te daba un gran abrazo. Tu padre… Pues te felicitaba, se daba la vuelta, y seguía durmiendo… Y cuidado que no se soltara un sonoro pedo matutino…

Pedías tus regalos. Y aquí era cuando te soltaban la afirmación más rotunda y más cabrona que te pueden soltar en tu vida… “Pero si naciste a las nueve de la noche… Hasta esa hora nada…” Diooooooosssss.

Te ibas al cole. Caramelos, repartías muchos caramelos, y las orejas… Joder, los primeros años bien, pero luego, si encima habías nacido en invierno, se te caían antes de salir de clase… Treinta y nueve bestias tirándote repetidamente de las orejas… “uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete… y el de propina” Joder cómo dolía el de propina, ahí estiraban con toda la mala leche del mundo.

Pasabas el día de miedo. Eras el rey. Llegabas a casa por la tarde. Mamá había preparado un pastel de los que tanto me gustaban… Bizcocho con chocolate... Sus velitas, los bocatas de pan bimbo CON CORTEZA. Aquellos bocatas... De nocilla "para los hombres fuertes"... Paté la piara... Jo, ¿te acuerdas? Allí estaban abuelos, primos, tíos… Jo, qué nervios. Y llegaba el momento más esperado, los regalos.

Primero los de los papis. Juguetes de los que tú querías. Bien… Empezamos bien… Llegaba el turno de la abuela… Dinerillo, que nunca sabían que comprarte… Un dinerillo que mi madre, sabiamente, me confiscaba para comprarme algo de ropa… ¿He dicho ropa? Zasss… La cara de gilipollas que se te quedaba cuándo algún paquete contenía ropa o un estuche… Que dos cabronadas… A ver, que quiero la metralleta laser con espigonlazo de sauron… No un polo rosa de mariquita o un estuche pal cole… Me cagüen ros (esta es de X@vi)... Ahí te mataban… ¡Que es mi cumple, que tienen que ser cosas molonas!!! Luego a jugar con tus primos. Carrera arriba. Carrera abajo. No jugabas con nada de lo que te habían regalado, no se fuera a romper, pero alguna otra cosa en casa se rompía, hasta que mamá echaba a todo el mundo, ducha y a dormir… Que ya hay que ir pensando en el del año que viene….

Por cierto, que todo este tostón que te he soltado viene a que ya es el cumpleaños de MªJesús, y no voy a ponerme moñas porque X@vi me lo ha prohibido rotundamente, pero sí que quiero decir que mi sentido del humor (el que sea, éste, que no sé si es bueno o es malo), que tengo al menos yo tengo uno, lo debo en gran parte en la felicidad que tengo al compartir mi vida con ella:

“Cariño, que tengas un día cojonudo… Mañana, sábado, cuando dejemos a los niños con mis padres, te aseguro que será… bueno… será…”

Que vaya bonito,


Seguir leyendo...

miércoles, 14 de abril de 2010

Apretón de manos

El otro día, ahora no recuerdo exactamente si fue martes o miércoles, tuve una reunión en el curro. No recuerdo el día, porque soy de esas personas que se pasan el día de reunión en reunión sin hacer mucho más que eso. Vas, tomas unas notas, se las pasas a alguien. Bueno, envío correos electrónicos mandando… Tú esto, tú aquello, pero eso no es más que para justificar el sueldo desproporcionado que me pagan. Pero claro, para que haya gente puteada y pobre, tenemos que haber personas como yo… Si no, ¿de quién se quejarían?

Bueno, temas aparte. Reunión. Entré. Había unos tres o cuatro tíos más. Conocía a dos. Hablamos un poco sobre el torneo de paddle que se avecina. De que ya venía el tiempo para salir con el velero. Vamos, conversaciones de lo más normales. Me presentaron a los otros dos. Un apretón de manos.

Diosssssssss. Apretón de manos. Joder, no tienes ni idea de los riesgos que comporta el apretón de manos con otra persona. Que paranoia. Vengaaaaa, a darnos la mano. Palmaditas en la espalda… Contacto físico…


Cuando salí de la reunión, me fui a mi sitio, envié algún mail y la naturaleza me llamó… Me fui al servicio. Allí estaba una de las personas que me habían presentado un rato antes. De cara a la pared. Con su temilla entre las manos. Justo cuando yo entraba, él acababa. Yo me puse en la misma situación que él. De cara a la pared, con el tema entre las manos, descargando líquidos. A mi espalda, yo esperaba escuchar el grifo del agua…

Un horror invadió mi mente cuando lo único que escuché fue como se cerraba la puerta tras de mí. El tío cerdo no se había lavado después de mear…. “¡¡¡Pero si le acabo de dar la mano!!! Jodeeeeer…

A partir de ahí… Imagina… Es que me van a llamar paranoico, lo sé, pero ¿tú qué harías? Creo que no le voy a dar la mano a nadie más, sea hombre o sea mujer… Ya no digamos de compartir utensilios de comida, una cuchara, por ejemplo, para probar un postre que se está comiendo una amiga tuya… Joder, piensa… piensa… piensa…. Eso… Ahí quería llegar yo… ¿Te das cuenta? Si, la cañita en una bebida es el mismo caso…

¿¿¿Los ministros se lavarán las manos después de miccionar???

Que vaya bonito,


Seguir leyendo...

martes, 13 de abril de 2010

La peluquería

Mucha tensión. Sobrecogimiento. Sorpresa y más tarde cabreo. Sí, eso es lo que sentí cuando caminando con rumbo ahora no recordado pasé por delante de mi barbero de toda la vida.

Un cartelito cutre y escrito a mano en una hoja cualquiera rezaba: "Cierre por jubilación". ¡No me jooodas! ¡¡¡No no no no no!!! ¡¿Y ahora qué hago?! ¡¡Si es el tío que me corta el pelo desde que tengo uso de razón!! ¡¡Fijo que otro no me sabe hacer lo que me hacía él!! (como si mi peinado fuera un recogido de Llongueras).

Sigo andando dirección a casa y la primera idea no exenta de gracia que me pasa por la cabeza es: "Pues me hago grunge y me dejo greñas rollo moderno". El muy gastado oxímoron: peinado despeinado. Y así pensativo y jodido me voy para casa.

Entro alterado en casa gritándole a mi madre: "¡¡¡Que me cierra el barbero mama!!!". Vosotros pensaréis: "Joder, se ahoga en un vaso de agua". Y ella con su espectacular habilidad para destrozarme cualquier teoría o pensamiento contesta: "Pues ve al de tu hermano". Resulta que el presumiblemente "nuevo barbero" está en otro pueblo y es bastante más caro. Este ya tiene estatus de "Peluquería".


"Macho, estás jodido", pensé yo. Acostumbrado a un barbero con un local cutre, con el típico estante lleno de colonias (el mayor arsenal mundial de Brummel), una tele de los 70 con el altavoz estropeado... Meterme en una peluquería me acojonaba. El ya sólo hecho de pagar más porque el sitio es de diseño ya me calentaba los - mmm... - dedos de los pies, digamos.

Mi preocupación va en aumento los días siguientes. Pregunto a la gente. "¿Y tú a cual vas? ¿Estás contento con él?". En un pueblo de 5000 habitantes tampoco hay muchas opciones y la posibilidad de tener que coger el coche para ir a un barbero foráneo la descarté totalmente (quién sabe porqué).

La primera decisión fue la negación. "Esto no está pasando, tío. Ya verás como dentro de 2 días el tío se aburre y vuelve a abrir". En esa espera, digamos que me tiré cerca de.... nada, unos ¡2 meses! Al final llegó el momento en que maldije al Xavi del pasado, por dejarle la decisión al Xavi del futuro. "Me ca la puta, algo hay que hacer, hay que decidir porqué con el afro que llevo me ficharán para hacer el musical de Jacksons 5".

Nueva discusión con mi madre y nada, decidimos (bueno, decidió) que fuera a su peluquería del pueblo, que era "unisex". Me la comí doblada, vamos. El hecho de que la señora peluquera también corte el pelo a hombres NO significa que sea unisex.

Se acerca el día D, me resigno. "Te he pedido hora a las 6:30" grita mi madre. Yo pensé: "Joder, ¿lo ha pedido una semana antes ya? Empezamos mal". Antes pasaba a por el barbero, ni tan siguiera entraba, con la puerta entornada metía la cabeza y soltaba con voz de hombre: "Me paso a las 6, ¿te va bien?". A eso, siempre con la navaja en mano, podía contestar 2 cosas: "Tu mismo, yo no me moveré de aquí"; la otra era más molona: "Si tu lo dices".

Total, llega el día y me presento superpuntual por indicación de mi madre: "Si no vas a la hora no coge a nadie! Vete ya para allá!". Pienso: "Bien, negocio serio". Nada más lejos de la realidad. Entro, saludo educado y me siento. Me siento observado. Observo yo. "Mmmm, pues anda que no es distinto esto. ¡¡Aquí no está la interviú!! ¡Y cuantos potingues! ¿Y qué cojones se oye todo rato?".

Ese ruido eran las 3 típicas señoras de pueblo en plan gallináceo, discutiendo sobre cualquier chisme: "¿Sabes lo que le ha pasado a la Paqui? pues resulta que su marido ha ido al baile y NO se la ha llevado. ¡Qué cabreo lleva!". Os podéis imaginar, creo. En MI barbero, lleno de jubilados y padres, pues coño, se hablaba de fútbol claro. Siempre recordaré una frase que para mí ya es mítica: "Lo que tenemos que hacer cuando venga el Mijatovic ese al Camp Nou es ponerlo en un pedestal y tirarle piedras". Y todo el mundo incluido yo jiji jaja a carcajada limpia. Aunque como tenía 14 años pensé: "Pues no son bestias". Ahí, ahí es donde la juventud se forja unos colores. A los vikingos y los pericos ni agua.

Volviendo a la peluquería, después de observar y callar me doy cuenta: "¡Señoooraa que ya son menos cuarto! ¡¡Llevo un cuarto de hora esperando!!". Como estoy en sitio nuevo, tampoco me voy a quejar. "Será un día malo" pienso, que está ella sola y lleva a tres gallinas. ¡Craso error! No era un día malo. Algo a lo que me acostumbraría más tarde.

Mi sorpresa inicial se convierte en desesperación: "Las 19:15 y aún estoy aquí sentado. ¡Pero qué miiierda es esto!". En MI barbero, en 20 minutos me había divertido un montón, había aprendido el arte de rajar y me había cortado el pelo.

19:20h y palabras mágicas: "Xavi, ya puedes pasar, siéntate aquí". "Ya era hora señora, que me ha crecido la barba ¡1 cm ya!". Nervios. A ver qué mierdas me hace en el pelo. Me prepara y me deja y se va a otra señora. Yo estupefacto: "¡¡Hostias, pero que ya había empezado conmigo!! ¿Pa qué coño se va para otro lado?". Flipo. Yo no genero conversación ninguna. Es la conocida sensación del pulpo en el garaje. Sonrío de vez en cuando en algún comentario.

A las 19:40 se aproxima y las palabras temidas: "Bien Xavi, qué te hago?". A mí se me escapa: "Lo de siemp...". ¡Mierda! Aquí no hay lo de siempre. "Mmmm... pues corto, no sé, bien corto. Que no pase mucho calor que estamos en verano, ¿no?". Ahí la señora hizo una pausa interminable en la que probablemente pensó: "Este se piensa que esto es como lo bolsos, que hay de temporada. Y con estas indicaciones le voy a hacer lo que me salga del pepe, total, ¡no se va a quejar!".

Finalmente quedamos que cortara como le pareciera con la premisa que fuera corto. Total, un cambio de look después de 20 años no me haría daño. Todas las señoras mirándome. Yo sudando debajo de la sábana de color púrpura. Me pulveriza agua por el pelo, de una magnífica botella de aluminio etiquetada con la fórmula H20. ¿Para qué? No lo sabré nunca, pero siempre lo hace. Coge la moto, de momento más o menos bien. Me corta por toda la parte lateral y trasera de la cocorota. Hay que decir que llevo gafas, que me quito cuando me cortan el pelo, así que cualquier intento de ver qué está haciendo a través del espejo es nulo.

Cuando las tijeras hicieron aparición ya me comencé a poner nervioso. Pregunta: ¿Y si en lugar del pelo para atrás, lo peinamos para delante? “Mmmm…mmmm…¡dále, dále!”. Y así en menos de 10 minutos había finalizado. Cabe decir que cuando terminó, aparte de estar sudando, me puse los ojos de nuevo y vi que no había quedado nada mal. Distinto, pero bien.

Salí por la puerta a las 19:55. Exactamente 1 hora y 25 minutos después. Tócate los cojones MariLoli. El pelo, después de tanto drama, pues bien. Mejor de lo que estaba después de 3 meses sin ir la verdad. Ayudó también el comentario de una de las gallinas, que habían seguido todo el proceso con inusitada curiosidad, diciéndome: “Mucho mejor ahora que antes, estás muy guapo”. Aseveración sin mucho fundamento, también soy el sex symbol de la residencia de abuelos dónde se encuentra mi abuela.

Al final, ¡prueba superada! Pero me adentré en un nuevo mundo, de cotilleo, chismes, esperas interminables... nada que una Nintendo DS o un iPhone y unos cascos no puedan arreglar.

Seguir leyendo...

viernes, 9 de abril de 2010

La vida son cuatro días...

Si es que esto es de pena, a quien se lo cuente, no se lo cree.

A todos nos ha pasado alguna vez. Estoy seguro. Porque a ver, estoy seguro de que a quien más, quien menos, le han enviado a trabajar a tomar por... Bueno, lejos. A, pongamos, Inglaterra. Venga, estadísticamente, estoy convencido de que a tres de cada diez les ha pasado.

A mi me ha pasado. A Xavi le ha pasado... Y no quiero decir más nombres, que ya sabemos como es la gente, que a poquito, ya cree que es el ombligo del mundo, y aquí, para ombligo del mundo... el mío.

Bueno, a lo que iba. Te mandan a currar lejos. A un sitio en el que no conoces a nadie. Hablan raro. Porque raro, hablan los tíos. No se les entiende nada. Aquí mucha escuela, aunque no cierre haciendo suspensión de pagos dejando a todos los alumnos tirados en la calle. Mucha escuela, pero cuando llegas allí, te das cuenta que ellos no hablan así. Se comen las palabras. No usan los pronombres personales. De lo que te han enseñado, nada de nada. Mucha gramática pero, lo que es comunicarse, suspendidos... Pero claro, nosotros tampoco decimos un "Hola, ¿cómo estás tú?"... En todo caso, decimos, "Passssssa tío"... No nos podemos quejar.

Duro.

Allí, como mandan los cánones y le pasa a cualquier hijo de vecino, pues tuve la oportunidad de estrechar relaciones con más de uno…. Claro, no voy a decirte aquí, ahora, en público, que a más de una… Jodeeeeer, que soy un tío fiel… Qué país macho… Aquí, a la que te descuidas, ya te plantan un affaire (¿se dice así?) y acabas saliendo en la Noria sentado ante seis tíos que te despellejan ante un millón de españoles cultos.

Bueno, eso, allí pude estrechar lazos con Xavi. Compartimos piso. Compartimos deporte. Compartimos curro. Compartimos cenas… Vale. No compartimos nada más, como mucho el champú, pero por separado y en momentos diferentes, que nadie piense aquí, que de las tías, nos pasamos al rollo carcelario de las duchas… no, no, no…

La vida allí fue dura. Que digo dura… Durísima… Jodida… Lejos de casa. Currando más horas que un reloj. Aguantando a algún que otro capullo impertinente venido a más. Comiendo mal. Enterándonos de la misa la mitad, porque aquellos tíos hablan raro… Y no te cuento lo de los pedos hoy, porque seguro que alguien me dice que me extiendo mucho. Lo que sí que es totalmente cierto es que haber encontrado allí a un buen amigo como Xavi hizo que todo fuera mucho más llevadero...

Eso, que la vida fue muy dura durante todo un año. Pero al final, y como una buena amiga dice, hay que aprovechar todos los momentos, porque, en definitiva…

La vida son cuatro días…

Seguir leyendo...